Ni por mil sonetos

Puedo cantarte, amarte en mi lamento,
codiciar tu fulgor, tu forma esquiva,
pero si te tuviera, ¿cómo iba
querer hacerme voz con tal contento?

Tu ausencia es la pasión que me da aliento,
es mi condena y mi razón furtiva:
no tenerte es el tajo que me aviva,
y el hambre que a mis versos da sustento.

Quien es amado pasa de las musas,
lo goza, no suspira en las libretas
ni brega contra estrofas inconclusas.

Qué alto precio por ser un mal poeta,
te cambio mil sonetos por tu blusa
en mi cama de bardo majareta.

 

Es un intercambio muy conveniente, hasta a mí se me antoja. Maravilla de soneto cargado de verdad. Un placer leerte.