La piedra final

Han partido al día como una tarta de queso
pequeños roedores se mecen en las persianas
saltando dentro de los vestidos dentro
de las levitas infundandose
el rostro inquieto la máscara maquinal
que dará los buenos días
y las condolencias cuando el seno corpulento se pose como una piedra sobre el amante de lotería.

El día y su fiebre amarilla que no baja del cielo
el círculo de oro por donde las abejas atraviesan
como el aro que reviste tu dedo
de un ahorcamiento diminuto
encerrando la garganta
con dos gritos guardianes


Así avanzo desde mi cama escondido en mi cabellera de sombra
Y mi semejanza es lavada con ese silencio que descansa en las notas del día
en los papeles con versos de muselina

Y me levanto y me visto con el último esqueleto que compré en una oferta de verano

Cuando alguien arregla el baño
y golpea golpea

como desquitándose del mar que llega tarde a la desnudez

Y el cielo fosforescente

Regala todo lo que la vista quiere

encadenada al aniversario de cada día



Salgo del blanco y existo

busco una piedra final

 

Bellas letras. Un abrazo con la pluma del alma

 

Muy amable José. Saludos cordiales.

 

Muy amable Alde. Saludos cordiales.

 

Muy amable Marcos