Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

Si me paso de castaño
a oscuro en un santiamén
no te creas que me engaño:
a mi noble alcurnia empaño
solo por seguirte el tren.​

 

Un día monté en un tren
con parada en Almadén
y salté por la ventana
con mi novia de Jaén
que es la prima de Susana.

 

Recordaba el “¡Oh, Susana!”,
la vieja canción folklórica,
tonadilla de mañana
muy norteamericana
que se canta en forma eufórica.​

 

Vino una mujer eufórica,
con su lección de retórica,
y entonces llegó Miguel
con su fuerza categórica
para traerme un pastel.

 

Para traerme un pastel
me fui ligero a la feria
pasando por el cuartel
lo saludé al coronel
cuya fama es jocoseria. -​

 

Hay países con miseria
y esto es una cosa seria
que necesita atención
porque allí está la bacteria
que mata sin compasión.

 

El hablar de compasión
me recuerda a cierta gente
que escribe por la pasión
con la urgencia de la acción
sin dos dedos en la frente.​

 

Con carácter especial
aprecio mejor fragancia
al buscar la gran estancia
de la alcoba principal
demuestras fina elegancia.​

 

El fallo fue inapelable
y declararon culpable
al asesino de Antón
que además hablaba en bable
pues venía de Gijón.

 

Sin igual en la región
lo grita a los cuatro vientos
tiene tantos sufrimientos
que me parte el corazón
al ver en estos momentos. -

​

 

En estos bellos momentos
afloran los sentimientos
en esta quintilla hermosa
que tiene sus sentimientos
y además es deliciosa.

 

Esa fiesta fue oportuna
y vino mí amiga Luna
junto a su amigo Manuel
que tiene buena fortuna
como su primo Gabriel.

 

A Rafael, Gabriel
y Miguel como santos
hoy los veneran tantos.
Si hay más en el plantel
yo no sé muy bien cuántos.​

 

La verdad es que no sé cuántos
días llevaba sin cita
para ver a mi amiguita,
yo creo que veintitantos
y el corazón me palpita

 

Tiene una bonita tez
y lo note aquella vez
que me la dejo tocar
pero vino la escasez
y no la pude besar.

 

Cuando la fui a besar
en mi ánimo sufrí
algo que no es baladí:
“De aquí no puedes pasar”
y el beso nunca le di

 

Nunca dinero le di
pero te lo doy a ti
por escribir tus quintillas
entre la gente de aquí
y me marcho de puntillas.

 

Han traído nuevas sillas
para nuestro apartamento
que está lleno de polillas
y como nunca fui lento
leí treintaiseis quintillas.