Liras ligadas logran labrar los lúcidos locos

Es de ansias que desmayo
pues busco de tu verso la dulzura.
Como buscar un rayo
en cielo que no augura
tormenta por su limpia curvatura.

​

 

Se fugó la cordura
junto a una turba loca de electrones.
A la muy caradura,
le crea sus canciones
un seso artificial sin emociones.​

 

Me ha gustado esa arista
de tu ser que refleja la ternura,
porque eres un artista
calibrando mesura,
cuando el tema es amor en tu escritura.​

 

Memoria en estallidos
el fútil álbum de fotografías
nos trajo a los latidos,
mostrando aquellos días
y lo fugaz de sus cronologías.​

 

Las mañanas más frías
me recuerdan la infancia en ese cerro;
la leña recogías
y en la estufa de hierro
reuníanse personas, gato y perro.​

 

Nunca sería un yerro
evocar los momentos de la infancia.
Bici, balones, perro,
un dulce, una fragancia
eran más que vivir en la abundancia.​

 

Como sutil fragancia
me penetra el amor y es placentera
la sensación, que es ansia
y angustia por la espera.
Siempre te espero, amor, sos mi quimera.​

 

Ve como en el follaje
reverberan los trinos de las aves.
Sacuden el ramaje
con sus repiques suaves,
quitándole a mi mundo tonos graves.​

 

El poniente subraya
el fin de otra jornada, sobre el mar
en la desierta playa,
con rojo palpitar.
Me invade la saudade de un juglar.​

 

El sueño del juglar
es esparcir su voz por todo el mundo.
No para de cantar
y vive vagabundo.
Su canto debe a un don, soñar fecundo.

​

 

Intuyo algo profundo
en el canto de un ave misteriosa
que en un largo segundo
de mi vida se posa
para decir que sigues siendo hermosa.​

 

Espero de mi amado
su voz, que abre su mente, que es el mismo.
Cual quitara un candado
y mostrara su abismo
profundo, con brillos de espejismo.​

 

Mis costumbres plebeyas
fueron atuendos pobres en tu piel.
Me fueron epopeyas
quererte y serte fiel
y sigue lacerando tanta hiel.​

 

Más dulce que la miel
me sabe la caricia de tus besos
estando piel con piel
y en el amor confesos,
en un nido que no nos hace presos.​

 

Tus ausencias me afrentan,
agravios me parecen tan vulgares
y mi salud afectan
me causan malestares.
Vivamos juntos ya, sin más pesares.​

 

Camino a grandes trancos
para alcanzar tu dulce compañía.
Me atoro entre los bancos
de helada arena fría.
Me impulsa la ilusión de tu alegría.​

 

Una asonancia, un día,
desarmó la cadena de las liras.
Y quién lo diría,
sigues y ya no miras
para atrás, en un buque que no viras.​

Hay un "tantos/francos" en asonacia, que ni siquiera sé si es reparable.

 

No es tantos, es trancos. Pasos largos.