Tu silencio me acoge

Transida de marfil o de caoba, antes fuiste de cristal,

después el vivo fulgor en el corazón del alba y el rojo

púrpura en la cruz de tus labios, mansedumbre circular

de los días, canícula que asola el invierno de tu nombre,

dabas pasos tras el rosal ahíto de primaveras y en la pérgola

había pájaros de luz, las edades bendicen el nimbo que ilumina

tu voz ya quebrada, con el ayer de los vencejos me llegan

la locura y el impudor de tu vientre, los vestidos de flores,

los rizos como aros, las piernas contra el azul del mar,

los ojos verdes que aún guardan el frenesí de la lid,

los juegos bajo el sol invencible del estío, y un silencio

que ahora, después de la singladura que ha puesto cicatrices

en tu piel, me acoge con la dulce mudez de un amor sin palabras.

 

Precioso poema estimado Ramón. Un placer leerte con tus bellas metáforas. Un abrazo con la pluma del alma

 

Gracias, José, por tu lectura y amable comentario. Un abrazo, amigo.

 

...y en la pérgola
había pájaros de luz...

composición excelente
las musas siguen presentes.

 

Gracias, Eloy, por leer y comentar. Un abrazo.

 

Muy bien elaborado, vuestro poema, compañero Ramón...
desde donde nos obsequia su más profundo y personal sentir.
Deseándole siempre lo mejor de lo mejor, lo felicito...

 

Gracias, Iván, por leer y por la amabilidad del comentario. Un abrazo.

 

Profundo poema nos deja amigo poeta.
Siempre es un placer detenerse a disfrutar de la lectura de su obra.
Un fuerte abrazo desde los poéticos cielos de este halcón.

 

Mi agradecimiento por tu lectura y palabras. Un abrazo.

 

Gracias, Alde, y disculpa el salto de orden de contestación. Fue un despiste. Saludos cordiales.