Las poesías y yo

Irredenta devota de las clásicas,
escribo liras, décimas u octavas;
la estrofa me da igual:
una silva, un soneto, un madrigal…
todas resultan básicas.

Me supone una mística experiencia
encontrar la cadencia,
y hallar la rima justa:
calzarla como un guante
y aguardar, expectante,
a que otra idea cruce mi cabeza.

A ratos son las musas compasivas
y alivian mi torpeza,
mas, veleidosas por naturaleza,
en otras ocasiones son esquivas.

Pero no me impaciento;
manteniendo actitudes positivas
me bato contra el ritmo y el acento
para que encajen a la perfección,
y me da un subidón
cuando el poema doy por concluido;
de júbilo me inunda un estallido
y me desbordo de satisfacción.
​

 

No necesitas carta de presentación pero llegado el caso sería ésta.
Un beso, Eratalia.

 

Maravilla, perfecta escritura y gran verdad. Me has descrito, igual me pasa. Un gusto leerte.

 

Es que pasan los años, pero no se me pasa la tontería... y sigo siendo la misma.
Así que volví a escribir en el mismo punto donde lo dejé.
Un abrazo, Good.

 

Hola, Luciana. Gracias por acudir de nuevo a mis escritos.
Un saludo muy cordial.

 

Muy agradecida, Alde, por haber venido.

 

Torpeza ninguna. Con decirte que yo ya no recordaba cómo se subían los temas...
Agradecida de que agradezcáis, y el agradecedor que lo desagradezca, etc.

Abrazos.

 

Siempre es bueno ejercitar las neuronas y ajustar ritmos, metros, contenidos... matemáticas, física, química, música y alguna que otra locura más.
Los resultados saltan a la vista.
Un abrazote, Eratalia... y sigue lloviendo.

 

No hace falta que me lo digas, que ya lo veo. Estamos pasados por agua.
Mis neuronas falta de ejercicio no tienen, no. Otra cosa es que lo sepan convertir en músculo.
Un abrazo.