Hasta siempre, madre

HASTA SIEMPRE, MADRE

La brisa azul del sur sobre tu piel de seda,
y el olmo de un relámpago estalla en mi epicentro.
El horror es un grito que grita para adentro
cuando el instante inerte es todo lo que queda.

Y trato de abrazarte mientras prende y me hereda
la yesca de tu cuerpo. Sales, madre, y yo entro
en la brutalidad de nuestro desencuentro;
pudiendo haber podido ya no hay nada que pueda…

Y me nace el silencio de tus luces vividas,
y tu cuerpo bendito que atraviesan las aves,
y mi rayo de luna en tus conchas dormidas.

Y se ovilla mi alma en tus manos süaves
ante este amanecer de lágrimas rendidas.
¡Yo quise ser tu héroe!… Yo sé que tú lo sabes.

Kalkbadan
Estocolmo, 21 de julio de 2024

 

Sincero y conmovedor.
Un abrazo.
Miguel

 

Un conmovedor soneto alejandrino, compa Kalkbadan. Nos traes unas imágenes estremecedoras, muchas gracias por compartirlo y compartirte. Quiénes transitan y hemos transitado los senderos del dolor sentimos resonar en los demás la pena, esa que nos hace miembros de un único grupo humano. Si necesitas hablar con alguien, tus seres queridos y algunos anónimos estamos a un mensaje de distancia, no dudes en escribirme si así quieres.

Saludos, fuerza y muchos abrazos

 

Querido Miguel: Gracias por pasar por estos versos. Definitivos y demoledores para mí. Un fuerte apapacho.

 

Querido Alde: Gracias por asomarte por estas líneas. Más que un homenaje las siento como un grito. Un grito para adentro. Quisiera gritar más fuerte y para afuera, pero no soy capaz. Un abrazo.

 

¡Ay, cirhian! Si supieras este abrazo tuyo lo que me suma para sentir el arropo de la humanidad entera. El humano es bueno. No sé qué sucede para que enajenemos tanto nuestra huella. Gracias, gracias de corazón. Siento que El poema universal es precisamente esto: el latir fraterno del “anónimo”. Un abrazo, amigo.

 

Mi queridísima Isabel: Estas líneas son un grito. Para mí -de algún modo- el poema de mi vida ha sido desvelado: no sirven las palabras. No es necesario escribir nada. El poema es ella: Mi madre, que daba fe de mi existencia. Ella. Hay algo umbilical e irremplazable en su partida. El vacío es poderoso, tan poderoso como el amor que la tenía. Se me va una madre y una amiga. Siento que soy una luna menguante. Y esa pestaña de luz que soy ahora es puramente consciente de lo absurdo que es todo sin su mirada. Su risa, su bondad. Cómo la voy a echar de menos, Isabel…

Gracias por tu ternura. Tú eres buena. El ser humano es bueno.

Besos, amiga mía.

 

Hermoso estilo de soneto en versos alejandrinos. Un gusto leerte.

 

Gracias, querida Luciana, por pasar por este puñado de versos. El poema era ella, es absurdo escribir nada.
Un abrazo fuerte.