Entrañas

Cuando llega el silencio inevitable…
ese que te cala y te susurra al oído
todo lo que no quieres oír.

Ese silencio atronador
que te revienta las entrañas
a golpe de temor.
Aniquilando excusas.
Reflejando tu pavor.
Exponiendo miserias.
Riéndose de tu dolor.

Cuando al fin te ha alcanzado
y arremete contra tus estériles promesas.

Solo entonces dejas de huir
de ser quien eres.

No queda espacio.
No hay sorpresas.

Es la verdad, y te somete.

Y solo entonces regresas
al instante en que te abandonaste.

Así que no digas nada,
levanta la cabeza
y actúa con pundonor.
Mira a la vida a los ojos,
no le pidas perdón.

 

Levantar la mirada, caminar y no detenerse .
Un placer.
Saludos.

 

Verdad grande como un estadio, no mejor como la muralla china.

 

Un poema bello y reflexivo, un placer disfrutar de tu poesía.
Un abrazo fraterno poeta.

 

Bueno, pero creo que a la vida también debemos pedirle perdón es necesario a veces para poder continuar el camino sin prisa y a paso lento.
Un placer poeta, gracias por compartir rus letras.
Un abrazote grandote para ti.

 

En ese verso en concreto, me refiero a dejar de agachar la cabeza, cojer el toro por los cuernos y saborear la vida, antes de que sea demasiado tarde.
Muchas gracias por pasarte, Pincoya. Un fuerte abrazo desde mi montaña.

 

Muchas gracias J! Un fuerte abrazo.

 

Ja, ja, ja. Gracias Cris!
En ocasiones construimos murallas a nuestro alrededor y es necesario un verdadero tsunami para derribarlas.

 

Un poema que a la viceversa deja mucho de que pensar, grato leerle