La voz de su eco

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La voz de su eco


Se escucharon plañidos en el bosque profundo;
caía la lluvia, doscientos suspiros pidiendo la ayuda,
y el bosque rotundo ocultaba los nidos.

Sé bien lo sufrido del resto que es mundo;
que quieren sacar lo debido, y tienen la aguda
mañana gritando al albor redimido.
Doscientas cabañas, tres mil peregrinos,
docenas de cabras, y múltiples cerdos.

El bosque nos habla, nos tiene por presos
que lavan su cara y exprimen sus sesos;
la cárcel espada nos deja sus sellos,
y el hombre morada por humano es obseso.

Quizá la muralla sea un muro de niebla
ladera sin límites de horizontes y tierras;
como tiene la hormiga fronteras de hierba,
tal vez hayan seres allá do se quiebra,
y es polvo en su mies que su semen se encierra
en los altos del germen que domine lo diestro.

Moriré en la guadaña del ángel siniestro,
demonio sin alas con el que me acuesto.
Viviré con la caña hundida en el pecho,
y herida de sangre la vida voz de su eco.

Sin compás, sin oro y sin miedo,
sin el teo y el logo, sin el poli más feo
se sabrá con el tiempo el trofeo,
y no habrán rosas a un dios al que niego;
sólo habrán los dos mausoleos
de quimeras y divos, enterrados sus quieros;
y serán los olvidos, si el recuerdo está muerto.

Ciega mentira, consuelo en los tuertos,
no vengas altiva, que aquí, taxativa,
eres lavativa y tus males estiércol.​

 

Gran poesía, alto dominio del arte, una preciosura, muy bello.

 

Muchas gracias por tu visita Jorge. Un abrazo