Perfumes de Oleos

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Perfumes de Oleos



Me siento desterrado,
austero, sin habla, callado,
sumido en aguas fecales,
hediondas, anales
de los mil defecados.

No puedo encontrar la salida,
y siento el agobio
de un potro salvaje,
que montan a pelo,
sin rienda ni brida,
y quiere llevar hasta el suelo
molesto montón de equipaje.

Me entretengo contando
los pelos que hay en mi mano,
son tantos, que todos contados,
empiezo de nuevo,
perdiendo la cuenta
si llego a un pelado,
y encuentro algún hueso
que reniega por calvo.

Después me los como,
los nudillos, las uñas;
y se quedan tan blancos,
que creí estar comiendo
los sesos que mato.

Me destierro a mí mismo,
me asesino en el caldo,
me achicharro sumiso,
y despierto lavado,
con perfumes de Oleos
en que he terminado.

Acabado el gran cuadro,
fue más grande por algo,
que es lo grande cuadrarlo
sin que quepa un me salgo.

Me salí con la mía,
y llegué donde nadie;
ni llegaron los días,
ni vinieron en balde;
cuando un sol se salía,
alumbró un universo
que de nuevo nos hable.​

 

Hermoso poema, plasmado de la más profunda inspiración...

 

Muchas gracias por tu visita Ludmila. Un abrazo

 

interesante travesía en el mar de los sentidos, que desemboca en un gran cierre, aderezado por una sensación de escape, de logro, de renacimiento, tanto para el autor, como para este humilde lector. Un placer leerte Orfe.
Un abrazo.

 

Muy agradecido de su visita don Raúl. Un fuerte abrazo