1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Una silla vacÍa

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por F. CABALLERO SÁNCHEZ, 9 de Marzo de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 1442

  1. F. CABALLERO SÁNCHEZ

    F. CABALLERO SÁNCHEZ Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    11 de Enero de 2014
    Mensajes:
    201
    Me gusta recibidos:
    57
    Una silla vacía (Tragedia real: la desaparición de la niña MARILUZ)

    Tenía cinco años, ¡solamente cinco!

    Era una niña preciosa, morena, extrovertida, con unos ojos muy grandes y vivos, con unas manos que hablaban y unos pies diligentes que parecían nacidos para bailar con los duendes gitanos de la Andalucía.

    Tenía cinco años ¡solamente cinco!

    Y derramando en sus ojos cariño, su madre permitió que fuese, como en otras ocasiones, a un quiosco cercano a comprar chuchería ¡Cómo negarle nada a aquel ángel chiquito! Y le conminó: « ¡No te entretengas…!»

    Y pasó media hora… y no había vuelto. Se asomó a la puerta para verla venir y no la ve. “¿Con quién se habrá encontrado?”-pensó la madre.

    Y pasó una hora… y no volvía.

    La madre, decidida, salió a la calle para buscarla y reprenderla por su tardanza. ¡Y no la encontró! ¡Y la inquietud empezó a apoderarse de todo su ser!

    Permanece intranquila pero quiere convencerse que es probable que esté en la casa de alguna de sus vecinas o en la del abuelo y pronto se la traerán, ¡es tan graciosa!

    Y pasó una hora y media… y seguía sin volver.

    Y convencida de que era ya demasiado tiempo, cierra su puerta y se decide ir en su busca.

    -Vecina ¿ha visto “usté” a mi niña?- va preguntando la madre de puerta en puerta. Y en todas le responden –»¿La Marilú? No, no la he visto».

    Y el reloj es implacable. Han pasado dos horas… y continúa sin aparecer.

    Y vuelta a retorcerse el alma y las manos. Las lágrimas afloran sin que ella quiera. Y busca a su marido. Se abraza con histeria… llorando sin consuelo porque han pasado tres horas… ¡y sigue sin aparecer!

    ¡Son las once de la noche! ¡Dios mío, ¿dónde estará?

    -No preocuparse que la niña aparece.

    -Verás cómo te explica el porqué ha tardado tanto.

    -Seguro que está jugando donde menos te esperes

    -Tranquilízate…

    Nada les consuela. Ninguna de las frases de sus parientes y vecinos los pueden consolar. Los padres necesitan ¡ya! ver a su hija que sigue sin aparecer.

    Amigos y vecinos se movilizan todos y junto con los padres, abuelos y parientes, inician un periplo esperanzado, (y con temor) por todo el entorno en busca de aquella niña que sólo tenía cinco años… ¡sin que aparezcan señales de ella!

    Si Dios protege a los pájaros dándoles plumas y alas para preservarlos del frío, de la lluvia y del sol y, con la simple voluntad de su instinto, pueden desplazarse buscando cobijo… ¿por qué a esta niña, que solamente tiene cinco años, ¡solamente cinco!, no la ha de proteger con su omnipotencia? En realidad esta niña ¿habrá sido abandonada por su Ángel de la Guarda? ¿o es mentira y no existen los Ángeles de la Guarda??

    ¡Dios mío! ¿Cómo es posible que pueda soportar mi corazón una ausencia de tres horas sin saber dónde está, qué le habrá ocurrido o si alguien le ha hecho daño?

    ¿Y sus padres?

    Y siguen pasando, lentas pero implacables, las horas de la noche, que son más largas y más terribles que las horas del día… 4 horas, y se sigue sin saber nada; 4 horas y media, y todo permanece igual; 5, y la niña ni aparece ni nadie aporta noticia alguna; 5 y media, y se oye por doquier el grito: «Mi niña ¿dónde está?»; 6, seis y media, «¡Jesusito, no «premitas» que le pase «na» a mi «Marilú»»; 7… «¡Qué dolor, Dios míos, qué dolor más grande!»; 7 y media, y 8, y 8 y media, y 9…Y los llantos y gritos de desesperación sacuden el ambiente, cada vez con mayor virulencia, conforme avanzan las horas.

    Era una preciosa niña gitana que Dios debería, con su voz terrible, además de protegerla, decirle a sus padres dónde está. O, al menos, ¡Dios mío y omnipotente!, si Te la llevaste Contigo, que haya sido sin conocer ni el dolor y ni la ignominia.

    Padres: ¡no dejad que vuestros hijos anden solos, que no vayan sin protección a comprar chucherías, que sus ángeles de la guarda puede que estén distraídos y porque andan sueltos los diablos… y éstos no duermen, y están al acecho para hacer el mal!

    Tenía cinco años, ¡solamente cinco!

    Era una niña preciosa, morena, extrovertida, con unos ojos muy grandes y vivos, con unas manos que hablaban y unos pies diligentes que parecían nacidos para bailar al compás de los duendes gitanos de Andalucía.

    Y en su escuela, sus compañeros, mantienen sin ocupar su silla que… continuará vacía… eternamente.
     
    #1
    Última modificación: 23 de Abril de 2014

Comparte esta página