Un llamado de ayuda

“A lo lejos, en el inmenso y oscuro manto nocturno, puedo escuchar varios gritos,
Gritos que están a lo lejos pero que se sienten muy cercanos, como si estuviesen a mi lado.
Estos gritos llegan a mi interior como fría y filosa daga que atraviesa mi cuerpo,
El corazón se estremece cuando los escucha, la razón pierde toda emoción viviente.
Esos gritos enmudecen el silencio reinante de la noche para dejar paso al caos.

Los trato de evitar, imagino mi hogar, trato de pensar en mi familia pero no lo logro,
Esos crueles llamados continúan con sus terribles funciones: atormentar a un corazón en ruinas,
Pues él sabe porque lo llaman pero no quiere volver su mirada por encima del hombro.
Una delicada lluvia comienza a descender de los oscuros cielos, el viento se hace presente con su peculiar modo de caminar y mi aliento se queda sin energías.

Los sigo escuchando, ya no puedo evitarlos más; el paso que llevan es insistente y agotador.
Es un llamado de ayuda, alguien desea ser auxiliado pero nadie avanza solo lo pueden escuchar,
Quiero ir, le quiero socorrer pero mi armadura lo impide: sudo un frío muy intenso, mis extremidades yacen inmóviles, sin vida alguna.

Sigue pidiendo ayuda, los demás lo ven pero no hacen nada ya que se han hecho estatuas de su interior,
El viento y la lluvia no los conmueve: son fríos y duros, como lo son las rocas.
No resisto mucho tiempo, me echo al suelo evitando su fuerte bombardeo, me tapo los oídos pero aun así los escucho mas y más fuertes;
Lloro como recién nacido pero lo hago por miedo, por impotencia de no poder ayudar.

Mi alma responde a su llamado, inyecta néctares de vida en mis venas vacías por el temor, tomo mi arma y avanzo en la oscuridad,
Siento las miradas indiferentes de los demás y son pesadas, como sin fuesen grandes bloques de plomo y corro a su ayuda.
Llego al sitio pero no veo a nadie aunque sigo escuchando sus gritos pero aun son fuertes, parece que están a mi lado;
Entonces, me habla la misma vos: “soy yo tu corazón, y te llamo porque hace mucho que padezco sufrimientos y tormentos pero nadie me ha escuchado”.

Caigo de rodillas, y me quedo frío, totalmente helado por su motivo. Mis lagrimas comienzan a hacer un gran río de aguas saladas en mis mejillas,
Mientras el astro rey inicia su renacer y se siente su energía en mi ser.
Ya puedo sentir la paz y mientras él aparece, veo alguien avanzando hacia mí y me reconforta.
El corazón hace mucho que ya no grita, pues ya hay alguien que lo escucho y ahora es mi turno, de ser socorrido, es mi momento para hacer un llamado de ayuda.”