Tus mareas ardientes

Mi hermoso y dulce tormento.

Acantilado de la noche donde reposa mi sueño,
arrecife de corales vislumbran mis párpados/
Cuando hablas parece que ries y
cuando ries que sueñas al momento,
es que tus labios semejan dos palomas de fuego
y en tus ribetes con hueco de volcán simiente
explotan los destellos de la corola enardecida/

Dos nubes descienden por tu mentón de alhelíes y
repentinos suben
a tus dos copas de cristales carmesíes,
en tus cejas sin prisión giran los decoros emigrantes de la golondrina/

Yo río en los albores de tu siesta,
cuando calientas la hoja herida de frío en el mar
y tu... Como una erecta sirena
de ígnea saeta, agitas las lociones de las altas hierbas/
Penetro en tu piel entera mi cuerpo en porciones,
no me detiene el mareado vértigo de la altura,
anchas rotan su ampliado molino mis pupilas
y mezclo tu esencia de noble madero con mi conquista/

Mi hermosa y dulce brisa de tormento,
cuando cierras tus ojos aparece la sombra del mundo
y al elevar tus dos blancos lienzos
amanece la luz tras la cortina en las altas lomas del día,
ya se parten los odres del silencio en los espejos del aire,
se fatigan mis hombros cercanos al moribundo
y antes del precipicio está tu risa en parapeto.
Entre los momentos selectos
escojo el tiempo de tus pueblos/
Ay. Sí...
Mi amado reino de terremoto en crecida, también me
entregas tus mares de longitud en mis venas ardidas/

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