Trilogía para ciegos.

I

Surgen voces en noches calladas,
hace frío, el cuerpo tiembla.
Las almas buscan calor en desafío.
Te acercas, me acerco.

Las manos en vilo despegan
su vuelo sudoroso,
El semidulce de tu sonrisa
se apiada de mi quimera.

No hay noche, no hay día,
en ruidos extraños va
el servicial canto de plumas,
patitas suaves con garras.

¡Nada se compara a tu voz!
Bendita entre los movimientos
de tu garganta suave, risa
de tu ombligo rebotante.

Se camina a plomo de pies,
todo es luz para los diálogos
sordos a los ojos,
exiliados por engañosos.

Mejor así…©

II

No hay días grises,
de ninguna tonalidad en si,
solo el sentido de existencia,
el palpitar de un corazón,
la sangre revolcada en venas.

No hay días grises,
lo grisáceo no existen
solo son pinceladas de muerte
y gritos mudos, desesperados
en cuchillitas dolientes.

Los días son incoloros,
más bien, llevan en sí sabor,
dulces, amargos, salados,
en mezcolanza incoherente
que desgarra o premia.

Los días son de cristales
salados o risas suaves,
se pueden tocar con los
dedos de las manos y saber,
si son frágiles o ásperos.

No hay días grises,
solo notas quedas, calmadas,
vibrantes en otras épocas,
pero ahora, ahora no.
¡Dicen que el día está gris!….©

III

Los sonidos hacen punta en mano
¡Tómalos pequeño mío!
tuyos son como lo son mis besos,
esos que bañan de gozo
tu carita en las mañanas.

Los aromas de la lluvia
húmedos se sienten a tu piel
alabastrina por ser suave,
como las motas del algodón
que cubre tus mantos.

¡Cantemos esos cantares!
que se mecen sin horarios fijos,
libres del tic tac de relojes,
que no saben de la dicha que gozamos
tú y yo, pequeño mío.

Bailemos con pasos fragantes
las notas que te regala el cálido sol
por las mañanas y la quietud
de lunas por las noches de estrellas
que saben a colación.

¡Tócame la sonrisa!...Igual que me tocas el corazón..©


Nota de la escritora: De mi cuadernillo "Pregúntale a Helios"