Te veré pasar

Te he buscado en las montañas,​

te he buscado en las colinas y en los valles,​

donde están las ciudades.

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Te he buscado entre la gente, ​

en medio de los tumultos,​

en las esquinas oscuras de mis días de furia,​

también en los tristes.

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Acaba el mundo en cada vuelta,​

en cada callejuela pareciera haber un nuevo final,​

o un acierto milagroso,​

porque me juro a mí mismo,​

que aparecerás sonriente.

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Que emerges de un muro materializada​

en los colores de los murales.

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Te he buscado donde terminan los ríos,​

en la agonía de sus muertes, ​

al enfrentarse al poderoso mar.

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El puente me a regalado un espacio eterno,​

para pasar mis horas,​

el farol dobla su nostalgia y esta noche,​

está apunto de apagarse para siempre.

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Amarillo compañero de mis intentos,​

copla vieja que se arrastra y ​

que entonamos juntos mientras fenecen los ríos,​

en este muro salado de inmensidad.

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¿Será tal ves que no existes?​

¿Serás solo una imagen entre las olas de mi mente desesperada?​

¿Serás una flor inexistente? , ​

¿serás un tesoro oculto de los hombres y de mis ojos?

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Como el rayo en los días de tormenta,​

frágil y perenne como un arcoíris de lluvia triste.

​

Suelo pensar que no existe tal Rosa, ​

que solo crese entre los versos de los poetas solitarios,​

fieles a su mar y a su ventana.

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Es la Rosa que adorna el cabello de las musas,​

es la que portamos en las manos en el sueño melancólico de las letras,​

la que abre el corazón todas y el tuyo revela.

​

Tal belleza no ha de existir.

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Así como mueren las cosas y los cuerpos , ​

han de nacer también otras tantas y yo espero,​

verte pasar bajo mi farol y en el lugar que el puente me regalo.

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Y recitare esta copla que acuño el tiempo y te contare de los ríos​

y las noches que perecieron en tu nombre, ​

soñando vestir mis manos vírgenes de tu piel.

​

Si te acercas, te veré,​

y en mis manos habrá un ramo de rosas,​

de esas que adornan el cabello de las musas de los poetas,​

de las que nacen entre los versos, ​

de las que solo yo soy capaz de ver.

​

Verdes serán tus rosas, ​

verdes como los campos que viste el recuerdo,​

amarillo el farol de tus trigales australes.

​

Y yo luciré en mis ojos, la alegría de haber visto la joya,​

jamás vista por los hombres.

​

Te veré pasar.​