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Sólo tu sonrisa

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Old Soul, 4 de Junio de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 561

  1. Old Soul

    Old Soul Poeta adicto al portal

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    En plena guerra del Vietnam, contando tan sólo con dieciocho años, en abril de 1965, me destinaron, desde mi ciudad natal, Sídney, a servir como secretario personal de un coronel australiano en la antes llamada ciudad de Saigón. Allí fue donde me enamoré por primera y última vez.
    Yo era un joven descabezado, si es que ahora tengo algo de cabeza, y sentía que mi función en esa guerra, que consistía en meros trámites administrativos, era para pusilánimes. Me sentía frustrado por no combatir, en secreto rabiaba por ello. La verdad era que no tenía ni puta idea de la suerte que había tenido.
    Por eso, y por todo, por las noches me gustaba salir por las calles de Saigón a recorrer sus lupanares y emborracharme hasta hartarme, como casi todos los soldados.
    Una de esas noches, entre tantos burdeles que había, entré a uno sin más compañía que una gran borrachera de güisqui y marihuana. Allí me senté a beber y a contemplar a una encantadora vietnamita de baja estatura, trasero bien moldeado, grandes pechos y gruesos labios. Bailaba sensualmente sobre una tarima sin quitarme la vista de encima. No dejaba de mirarme, bailando evidentemente para mí. Así, sin apartar su mirada, bajó de la tarima, se acercó a mí y me dijo, en un aceptable inglés, "vamos al reservado". Yo, no sin cierta sorpresa, le pregunté lo obvio, "¿cuánto?", a lo que ella me contestó al oído "sólo tu sonrisa, me gustas..." Esto me dejó sin palabras, pues no llegaba a entender bien dónde estaba el negocio. Pero era voluptuosa, por lo que accedí a ir con ella.
    En el reservado se me abalanzó encima, literalmente, besándome con esas ansias que da la guerra por vivir, como si no hubiera un mañana. Se desnudó, me desnudé, e hicimos algo que yo llamé amor. Al acabar, complacido, le invité la botella de champán que me pidió. Sin embargo, antes de irme, le quise dar algo de dinero a ella, pero se negó a tomarlo. Simplemente me besó una vez más en los labios, me dijo al oído "sólo tu sonrisa..." y se fue del reservado. Así que sólo pagué el champán y mis güisquis y me fui tambaleante y satisfecho.
    Regresé todas las noches durante dos meses enteros. Sólo por ella. Día tras día, siempre pagando con mi sonrisa el reservado. Hasta que una noche, nada más desvestirse ella, le propuse que nos viéramos fuera de su trabajo.
    Decir aquello fue como si le hubiera dado una bofetada pues, recogiendo su ropa, comenzó a repetir sin parar y casi en grito "¡cấm yêu! ¡cấm yêu!" y se marchó del reservado aún desnuda. Al momento vinieron dos tipos y sin muchos miramientos me dijeron por señas que me largara del local. Yo no entendía nada. Hasta que, ya en la puerta, a mi insistente preguntar del porqué, uno se dignó a contestarme señalando a la pared donde había un rótulo escrito en vietnamita e inglés. El mensaje que transmitía tal rótulo fue algo que me impactó tanto que marcó mi sino el resto de mi vida. La única traba del negocio que teníamos aquella encantadora vietnamita y yo.
    Tanto me marcó aquel suceso que al acabar la guerra y regresar a Sídney me casé con una camboyana de baja estatura, moldeado trasero, grandes pechos y labios gruesos. Monté mi propio burdel con el nombre de "Cấm yêu".Y en la puerta principal, en unas enormes letras de neón, en lo más alto, hice instalar el mismo mensaje que leyese en el rótulo de aquel lupanar de Saigón, el mejor eslogan que pude imaginar para mi negocio, la máxima que desde aquella noche sigo: "Cấm yêu: Prohibido enamorarse."


     
    #1
    Última modificación: 30 de Mayo de 2015

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