Socavon de luna

Recién ahora me doy cuenta,
que en tu vientre negro y resonante
anidaba el canto y la leyenda,
el silencio y la canción predominante.​

Ahora puedo, recién ahora puedo vislumbrar, guitarra
que no es una canción, son mil veranos.
Mil siestas de sol y de chicharra,
las que se hacen melodía entre mis manos.​

Mil atardeceres, mil tormentas
que se posan cual palomas en tu puente.
Un mar que se revuelve y que se asienta
al tocar tu diapazón, leve, mi frente.​

Recién ahora me doy cuenta,
que no es la liviandad de un instrumento;
es la callada luna cenicienta
la que emerge de tu pozo, toda viento.​

Recién ahora me doy cuenta compañera,
que por algo tienes forma de cintura.
Y como una muchacha que me espera,
se disuelve mi soledad en tu tersura.​

Recién descubro los pájaros que escondes
cuando la nostalgia se vuelve llamarada.
Recién ahora sé que me respondes
como si fueras una novia enamorada.​

Pobre el hombre que no tiene un pecho amigo
donde posar su lágrima y su anhelo.
Pobre del alma, que sin nido y sin abrigo,
vaga por la penumbra del desvelo.​

Si hay un cielo de pájaros heridos,
un rincón, en donde habita el sentimiento;
Ese es tu vientre, un socavón de olvidos,
un crisol donde se funde el sufrimiento.​

Recién ahora me doy cuenta
que en tu ancestral abrazo de madera,
me guardabas una luna cenicienta
para alumbrarme el alma...compañera.​

Marino Fabianesi​

 

Excelente poema, cautiva y emociona. Saludos desde "La feliz".

 

Bellas letras, que transportan a un hermoso concierto.
Un placer leerte

 

Muchas gracias compañerito, has sido muy amable al detener tu precioso tiempo leyendo estas letras, más aun dejándome tu comentario. te dejo un abrazo desde el corazón y espero leer tus trabajos en breve...Marino.

 

Muchas gracias, Laura. Es muy grato tenerte por aqui, muy estimulante también para seguir escribiendo. Un abrazo...Marino.