Sextina de los ferrocarriles de día y de noche

La ciudad trae a la memoria trenes,
surge el deseo subir a un vagón,
el viaje de día o de noche, luna,
bajar en las estaciones, ver piedras,
poner la cara detrás del cristal
hasta comenzar a ir hacia las curvas.

Continuamos la recta hacia más curvas
nos cruzarnos raudos con otros trenes,
volverse aire como solo cristal,
sueños en el solitario vagón,
luces al alba reflejos en piedras
se puede volver la vista a la luna.

Los niños ríen en la circular luna
tambalea para tomar más curvas
pasan algunos días entre las piedras,
se arman para tirarlas a los trenes,
en algún momento un roto vagón,
el suelo salpicado en el cristal.

Viajes y recuerdos sobre un cristal,
un satélite sin lugar la luna,
encuentros familiares en vagón,
muchachas sentadas muestran sus curvas,
disfraces de personas entre trenes,
nudos de poder tallados en piedras.

Se les ve cargados con piedras,
ríen cuando sus estrellas son de cristal,
como nuestra vida así son los trenes,
nos deslumbran como a la luna,
gente bamboleándose en las curvas
yendo de un lugar a otro en el vagón.

Todo puede alegrarse en un vagón,
en un trayecto, una vía sin sus piedras,
todo da vueltas y vuelven las curvas,
golpean cabezas en el cristal,
desean escapar, alcanzar luna,
siempre añorando sus viajes en trenes.

Los trenes gracias a cada vagón,
pasajera luna noches sin piedras,
la mirada tras el cristal y curvas.

 

en algún momento un roto vagón,
muchachas sentadas muestran sus curvas,

No es mi voluntad hacer una crítica, sino ilustrar sobre lo que es una sextina. En este caso, le falta un trabajo de corrección. Tiene la belleza suficiente para merecer otra oportunidad. Los versos que he destacado tienen métrica o longitud ilegítima.
Un abrazo.