señor de la sangre

¡ Qué sangre señor de rabia!
Estrujan tu corazón
con prisionero puño.
Despiertas,
y a tu costado la ninfa
enredada con musical traición
clausura el aire.
A oscuras anoche bebiste
un cuerpo y medio de maldad
cantando una canción,
que fué como un puñal
lanzado al aire
para destripar el espacio
con un último toque.
¡Qué sangre señor de rabia!
Muelen tus labios
las memorias de un beso partído
para fundír la sequedad.
El mundo te absorve,
las sábanas,
tu sangre y los huesos,
la hora,
el ruido de la calle
y el nombre
como fin de este grito
¡Que sangre señor de la nada!