Sangra en mis manos una naranja

Viene dorada a la palma,
y en mi mano sangra la tierna naranja.
Huele fresca y gusta a campo,
a suelo de batalla fuera del tiempo.

Rueda como cabeza de condenada,
gime como amor arrancado a su alma;
lloramos los dos oliendo a fruta,
a campo, verde, árbol, sangre mojada.


Malvada rosa dueña de espada,
hundió hasta el quid su saña,
gritó la naranja al cielo, ajada,
pero al dolor del brillo fue silenciada.

Asalta el camino su sombra,
arrastra su mal, su aroma,
extraña la tierra verde y sola,
abierta con pócima, franca y desnuda.

 

Tienes ideas brillantes y un ritmo natural muy atractivo, pero has sucumbido a la tentación de la rima. Todavía no sabes servirte de ella y el resultado, a pesar de las buenas maneras, es de poca calidad. Sencillamente con evitarla el poema mejoraría muchísimo; pero si verdaderamente no puedes prescindir de ella te aconsejo, entonces ,que encuentres la manera de estudiar sus reglas. Te mando un saludo muy cordial. Luis

 

La verdad es un poema que escribí hace tres años, y he intentado deshacerme de la "tentanción" de la rima desde entonces. Gracias por la crítica. Un saludo cordial.

 

Extraño simbolismo... Un gusto leerte