Quien perdone a la guerra

El extraño vendado que tiembla,
De su alma es esclavo,
Se a vuelto un gusano,
Aquel civil desolado...


Encadenados a las balas,
que les lanza la escopeta,
Con los ojos cerrados,
No espera cosecha,
Amarrados a la fuerza,
De una alambrada incompleta,
De una opción indecible,
O de un poso que entierra...


En el viento lleno de nudos,
Se extinguen las mareas,
Que cubrieron las brisas,
De las promesas guerrilleras.


Y se escondieron los malos,
Lejos de las veredas,
Para tapar sus disfraces de cuero,
Y aumentar la tristeza...


Cavando las trincheras,
Por encima de la tierra,
Las palas de fuego,
La muerte se acerca...


Para abrazar los destinos,
Que alguna ves se perdieron,
En esclavas aldeas,
En memorias de greda...


Se hizo invierno el viento crujiente,
Duras las cascadas en las pieles de seda,
encerradas en conquistadores,
que no miden sus fuerzas,


Y los hombres que duelen
con sus manos que se rompieron enteras,
Con los ojos apagados,
Que ya no brillan ni velan,
De ver tanta muerte,
Se han quedado sin yema...
De desolar tanta vida,
Se han quedado sin ella...


Has muerto soldado,
Y hoy solo te quemas,
Talvez en algún recuerdo de barro,
O en alguna estatua de piedra...


Aves prisioneras,
En jaulas de cristal invisibles,
Cuando hable la ceguera,
Se ara la fiesta,
para vestir la alegría en los cuerpos que no cesan...


El mundo se quiebra con cada anochecer,
Vidrios se estrellan en todo el cielo,
Lagrimas caen a veces,
Fugases por las corridas astrales,
A él le gustaría que los hombres se abrasen
como el mar abraza la arena...


Y estallan las olas,
En las ciudades de cera,
Se destruyen las casas de paja,
Se acortan las oras,
Que angustia la mía,
Al pensar en lo ermitaño,
Que sola su gente,
Que pierden sus sombras...


Habrán pasado los años,
Caminan los mutilados,
Encima del alambrado,
Que les quemo la paciencia,
En la frente angosta,
En el cerebro de piedra...


Tocan el piano las madres,
Se ríen de la torpeza,
Se firma un trozo de ángel,
Que al infierno destierran...


Un juicio agoniza,
un flamenco perdona,
Como disolver la ira,
Que entierra la memora,
Vamos a levantarnos,
Gritaron sin paciencia,
no fueron ni mitad de la luz,
Que alumbraba a sus presas...


Cuando la niña camina,
Por su ciudad esqueleta,
Le estalla el fuego en el aire,
Le extinguen la vida y la tierra...


Cárcel en las hojas y charcos,
Muñecos adornan las cenizas de espanto,
Busca a su aliado,
Que se a perdido en el llanto,
Hoy le abraza su alma,
Debajo de la aurora blanca...


Eran peces en el agua,
Con las cañas enfermas,
En el lago de los leones,
Que le mordían las escamas,
Cerca del odio vigila,
el adiós de alguna enfermera...


Y con alas de plata,
Volaron los soldados,
Por encima de las celdas,
Por debajo del sueño,
Destruyendo los cielos,
Y los paisajes de cuentos,
De magia y inconciencia,
Tiembla la selva...


Se a vuelto la patria,
Una alabanza perdida,
Que amarro a sus prisioneros,
A una muerte y a la guerra,
¡Ay! como duele en el alma,
La nostalgia que quema,
Sobre los bosques de espanto,
Sobre la agria maleza...


Hoy se incendian los cabellos,
De las cabezas de fiesta,
Llenas de llamas y luces,
Brindan por su ausencia...


Hoy solo queda el recuerdo,
Ausente a la vista,
de la nostalgia vigía,
De la fuerza en torpeza...


Pero aún nos gozan sus hombres,
Tratando con la aspereza,
Con la misma palabra,
Con la misma pereza,


Nos grita el lobo en la noche,
Nos llama de vuelta a la aldea,
Para extender los votos,
De un siglo de esferas,


Que caerán algún día
negras sobre la tierra,
Para hacerse en el cielo y el agua,
Y también encima de la madera,
Fuego ensimismado,
Encima de la corteza...


Mejor aplaudir la conciencia
que tan lejos se sueña,
para extender los caminos que las tormentas alejan,
para abrazar a los grillos, para entender la simpleza,
Para pasear por los pinos,
sin que sus balas nos hieran...


Quien perdone a la guerra,
y a su alma tan negra,
De cisnes enmascarados,
De amarga grandeza...

 

CORREGIDO
saludos