Psicópata americano.

La fe se desvanece día a día, suspiro tras suspiro. La multitud sigue su ocaso y la muerte nos enseña cuan insignificantes somos en este mundo enfermo.

Mientras yo en mi cómodo sofá releo a poetas antiguos que aun me enseñan cosas de la vida.

Un suspiro se escapa de tu alma, y te beso en la mejilla entregándote cariño y redención.

Corre como un demonio que el infierno se avecina, son mil demonios que persiguen tu locura, volaremos sobre nubes soñando irrealidades. La virtud de tu mirada enceguece corazones.

Un león se ha comido parte de tu cuerpo, te perdiste en esa jungla y nunca mas regresaras a este planeta.

Escribiremos sin retorno, sin saber de lo que hablamos, pero la línea continúa y jamás acabaremos de plasmar repeticiones en papeles.

Una gota sanguínea cae de mi piel al suelo, se convierte pronto en agua y un perro callejero viene a aprovecharla.

Leyes y reglas rotas, huesos y pieles desechas, sangre a borbotones. Se oye música a lo lejos y alguien camina en la oscuridad hacia nosotros. La luz se hace ciega nuevamente y un grito de terror escapa de tu boca, la piel entumecida, el sudor se congela poco a poco, hace frío mucho frío. El ya esta acá, nuestra muerte nos llegó y nosotros nunca la vimos venir. Ha sido todo tan violento y sanguinario, nuestros restos repartidos, nuestro dolor opacado, nuestro fin acá y ahora.

Viajamos lejos hacia otras dimensiones, nuestro cuerpo feneció y nuestra alma libre de ataduras deambula por habernos y parajes extranjeros, somos niños en un mundo distante y complicado.

Despertamos de esta horrible pesadilla, vamos al baño y bebemos agua por montones. Nuestro reflejo en el espejo ya no está, hemos muerto de verdad y para siempre. Ya no hay nada que nos salve del abismo en que no paramos de caer eternamente.