Primer no encuentro.

Era su primer encuentro​

las piernas le temblaban
tenía la voz muda en la garganta,
ahí estaba, sentada al sol​

en el banco gris​

de una plaza premeditada
con el vestido rojo
y en las manos, la rosa blanca
radiante, ilusionada…
El viento primaveral le revolvía el pelo
en pocos minutos el reloj marcaría
la hora acordada.
Los ojos negros le brillaban
y en la boca, tiernamente delineada
tenía la sonrisa dulce y aniñada,
lo que la hacía más bella aún...
Llegó por fin la hora deseada
en instantes más, podría mirarlo a los ojos
y decirle cuanto lo necesitaba,
cuantas veces lo había soñado...
Giraron las agujas más de lo planeado
el sol se retiró y en su lugar
alumbraron las estrellas y la luna,
la luz pálida hacía que pareciera
una muñeca de porcelana
y allí estaba,
con el vestido rojo,
con la rosa blanca
sentada allí,
con la ilusión intacta.​

​

 

La ilusión no sabe de relojes ni de esperas, vive detenida en su sueño hasta que la desilusión despierta el minutero.

Me gustó leerte. Gracias.