Perseguir el rojo

Somos como toros en la arena.
Perseguimos un capote rojo que agita algo profundo en nosotros.
Ese rojo no es solo un color:
es el reflejo de recuerdos oscuros,
de heridas que se niegan a abandonar la conciencia.

Corremos tras ellos una y otra vez,
aunque jamás podamos alcanzarlos.
Damos vueltas sin fin, nos agotamos,
nos llenamos de rabia, de tristeza,
y aun así seguimos embistiendo,
aferrados a la ilusión de que en el próximo intento hallaremos calma.

Pero mientras sigamos fijos en ese rojo, nada cambiará.
Nos aferramos al error, olvidamos el presente
y nos dejamos atrapar por aquello que nos hiere.

Sin embargo, no todo está perdido.
Basta con apartar la mirada, dejar de correr,
romper el hechizo del color que nos consume.

Quizás entonces, por fin,
no habrá espada ni sangre,
sino un toro que abandona la arena
y aprende, al fin, a caminar en paz.

-Dior​