Pequeña

Fueron aquellas tardes
cuando te imitaban las auroras
y la tierra huérfana
sentía a tu paso las caricias
de una madre.
El amor te ofrecía riquezas
que descansaban en tesoros
de jazmines y violetas.
Tu sombra estaba hecha de ilusiones,
y tus ojos parecían estrellas.

Eras para la primavera
su más fiel amante y compañera.
Eras pequeña,
y hablabas el lenguaje de una sílfide;
tan bien, cómo siendo de ellas, la primera.

Sabías más del amor
de lo que el mundo aparentaba:
Tus ojos ciegamente brillaban,
y en tu boca dos suspiros nacían,
cuando a tu lado un poeta moría,
y una flor en tu mano lloraba.

¡Ah, cuántos hay que ignoran
la nostalgia de la rosa desterrada,
que vivió ofreciendo vida
a quien mendigaba en su morada!
Tú, niña
fuiste una rosa enamorada.
Rosa enamorada,
que por virtudes superiores
a cualquier término,
fue abandonada.

 

Wao amigo, impecable trabajo, el mundo de tu poema por el cual me has dejado viajar es magnifico. , felicidades.

 

Hermoso poema, muestras una gran sensibilidad
frente al dolor de otra persona y lo plasmas
de una manera magistral...Un placer leerte poeta.
Saludos y estrellas desde la distancia.