Pena, penita, pena …

Pena, penita, pena …





Caminas por la calle apurada
dejando a tu pequeño en guardería
con tu alma sangrante y lacerada
porque supiste que tu amado no te quería…


Las estrellas se apagaron, la luna ardió,
los cometas sus colas se llevaron,
todo el crepúsculo se obscureció
las lágrimas por gruesas se secaron.


El corazón de la montaña rujió
así como cuando la agita un huracán,
porque tu pecho dulce amor le dio
y te traicionó cual si fuera un rufián.


Pensar que tienes que ganarte el pan
para ti y para tu pequeño.
No te asiste la ocasión en tu afán
de un golpe voltearlo con desdeño.


Aromas de canelas y romeros
te traerán los céfiros del cielo.
Mientras lucharás entre espineras
con tus lagrimas forjando espeso velo.


El hipar pasará y los temblores
de tu boca y piernas al recordarlo,
pues para siempre no arden los rencores
se congratula tu corazón al terminarlo.


Es candente el tizón dentro el fuego
que nos encorva del dolor enfurecido,
cuando sangramos e ignoran nuestro ruego
el pérfido galán que con otra se ha ido.


Y así por tu bebé y tu futuro continuar
haciendo de tripas corazones,
pues llegará un amor centella de ultramar
¡que colmará tus diamantes ilusiones!






AUTOR: Silvino Gerardo Becerra Gamboa.
Miércoles 08 de abril de 2015.

Composición registrada.
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