1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Omar fabian poeta oaxaqueño

Tema en 'Poetas famosos, recomendaciones de poemarios' comenzado por lord_of_illusion, 16 de Abril de 2007. Respuestas: 0 | Visitas: 9923

  1. lord_of_illusion

    lord_of_illusion Poeta adicto al portal

    Se incorporó:
    1 de Abril de 2006
    Mensajes:
    1.869
    Me gusta recibidos:
    3
    aqui les dejo un interesnate poema que ha sido publicado en una antologia de poetas de mi tierra, oaxaqueño como yo, espero les agrade,


    La Tarde del Cazaguate

    de Omar Fabián
    Para Paul Leveno

    Ocurre que la luz se dobla
    para ser la tarde
    descendiendo en polvo fino sobre el campo.
    No sopla el viento,
    ninguna voz o canto,
    sólo paisaje detenido.

    Ahí, con la menor intención de brillar,
    el cazaguate sostiene un petirrojo –sangrante acaso,
    herida única del árbol–,
    apenas tiembla su cabeza.
    El sol, fracturado por sus ramas,
    avanza y retrocede el suelo
    donde hormigas despedazan
    la flor caída de su rama.

    Cenizo y triste,
    es más que un que un árbol sobre el campo:
    voz tirada en el espíritu
    del perdido, del oscuro.

    Qué enseñar a un árbol como él,
    ni la intensidad del aire,
    ni el ritmo
    ni la piedra rasante lanzada por el niño.
    Crece bajo su cáscara gris, corriente,
    mientras observa animales
    alimentarse de un espino
    antes que de él.
    Detesta el contacto
    de quien anda sobre la tierra,
    su ocupación es el aire.
    Si lo miras bien
    está erguido contra el viento,
    y el viento ama al cazaguate
    porque pasar a través de él, es pasar
    y revisar el campo.


    Desde la puerta de mi casa
    hojas largas son mis ojos
    que lo miran con terror.
    Para él no soy más
    que un hombre que viene,
    lo acaricia y calla.
    Él atiende a demonios
    en la madrugada,
    cuando se posan en sus ramas,
    infinitamente tristes y cansados,
    y le hablan de su errar constante,
    de la inútil flor que ofrece
    a los pájaros.

    Lo he visto, desde mi puerta, estremecerse
    antes de la lluvia,
    ante el peso invisible
    de su nombre,
    y temblar como un petirrojo
    dormido sobre filo del día,
    cuando el cielo rojea,
    y la tarde mira desde la puerta
    de los hombres.
     
    #1

Comparte esta página