Ofrenda

Álgido existir, por siempre nódulo de tristeza adosado hasta mi fin
fin soñado, anhelado por este acongojado,
más tú, blancura de mujer, te sacrificas por mí.

Día a día con dulzura combates contra mis barbaridades,
cuantiosas ellas, ante ninguna nunca te amilanaste;
sacrificando tu vitalidad veinte y ocho años por éste pusilánime.

Acostado ya en el lecho del deceso
vienes tú, dama de incontables batallas, y me levantas,
¡estúpidamente cegado, odiosamente incontrolado!
no extiendo mi mano,
más irrumpes en el Reino de la Muerte con mucho riesgo
aferras nuestras manos, y de la podredumbre con tu auxilio salgo.

Tanto martirio Madre mía, no mereces;
de las Santas yo titubeante y la mejor de ellas en mí delante;
ahora impoluto plasmando en mi alma este homenaje,
proclama con lo más recóndito de mi menesterosa pero bondadosa sangre,
expuesta Sagrada Veneración para envidia de los egoístas Dioses
en lo que quedó de mi honesto y pulcro núcleo (pequeño espacio rescatado del fuego de mi Troya mental que más no pudo salvarse).
¡Madre mía, admiración mía, mientras tenga tu sonrisa, mi espíritu casi consumido descansa en armonía!
[SIZE=3]PARA ALICIA MUJER MÁS PRECIOSA Y VALIENTE. [/SIZE]
[FONT=Calibri][SIZE=3]PUMAYAWRI SAPAKI[/SIZE]
[FONT=Calibri][SIZE=3]Cuenca, 23 de diciembre de 2008.[/SIZE]
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