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Ni Azul Ni Rojo

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por Santiago Alfredo Murillo, 15 de Octubre de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 339

  1. Santiago Alfredo Murillo

    Santiago Alfredo Murillo Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    25 de Diciembre de 2010
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    Me gusta recibidos:
    0
    I
    Para mi rebeldía dos y dos
    son cinco;
    el mar es un cilindro de fuego;
    y el fuego
    un silencio animal.
    Para mi rebeldía la luna es la extensión de la vagina
    y la mentira
    una avergonzada realidad.
    No, no someto lo que existe
    a mi teoría,
    puesto que todo lo que vemos
    es una cárcel de placer.
    En mi celeste rebeldía
    deseo tentar al diablo
    que éste caiga en la bondad.
    En mi rosada rebeldía
    deseo reducirme a una palabra, a un número,
    a la carga de un insecto,
    al misterio de la cama,
    al universo sustancial.
    En mi negra rebeldía
    deseo influir en la mente obscena de los muertos;
    deseo poseer la reputación de la guitarra;
    deseo ser alguna ley de Newton;
    deseo aterrorizar al espíritu del tiempo,
    o sea,
    ser como Los Beatles
    o como un reloj despierto,
    o siendo muy cruel
    asemejarme
    a las pirámides.


    II
    Para mí agotada rebeldía
    es poco
    incierto
    tenebroso
    lúdico
    el conocimiento
    acumulado en mi cerebro;
    mas cuando me aproximo al auxilio circunspecto del obrero
    mi corazón se engrandece como supernova
    y mi intelecto
    rompe las ataduras encriptadas en el cosmos.
    Es en ese preciso momento
    que lo seres sienten mi presencia
    y empieza a crecerles una llanura de llanto en el espíritu;
    es en aquel instante que soy como una Biblia:
    no refutan mis palabras,
    me tratan delicadamente
    cual si fuese un corazón mesiánico.
    Es ahí cuando
    no cesa el sádico griterío de las máquinas;
    es ahí
    cuando la carne siente su función de disfraz;
    es ahí que sucede
    una historia de metáforas y sensaciones de cristal;
    es ahí cuando las personas desearían refugiarse
    en un espejo tridimensional;
    es ahí,
    es allí,
    es aquí,
    cuando me creo Dios,
    no por su omnipotencia magistral,
    más bien por su lejana cercanía
    que se traduce en amar y amar.
    Sin embargo, la calidez del corazón
    diluye mi colorida rebeldía
    y es allí cuando soy un verdadero dios
    puesto que
    se me vienen,
    como cometas extasiados,
    un deseo enorme de abrazar a los
    demás.
     
    #1

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