Mi ventanilla no sube, ni baja

Me conformo con que una mujer suba y baje la ventanilla de mi coche,
parece mentira, pero ya es significado de reciprocidad,
eso sería casi igual de real que seguir buscando comida en un vertedero,
de quién no tiene nada para llevarse a la boca,
pero dios mio, de este sueño no he vuelto a despertar.

Dejé a las ganas de escribir porque mis ojeras me humillaron demasiado,
¡joder! he vuelto a darme de ostias con el espejo,
en el que mi otra mitad inexistente se veía reflejada;
no hay cosa que me joda más que esperar una llamada.

Nuestras intenciones y objetivos vuelven a ser tan dispares, pero no dispares
a este soñador sin arreglo, a este iluso que dejó entreabiertas las puertas
que sólo deberían haber sido entornadas;
no, no te autoculpes amigo/amiga, de inocencias pasadas.

Ojalá sintieses la crudeza del sin sentido. No, creéme que no exagero
ni hipergeneralizo demasiado,
calor helado, calor helado, calor helado, que ya no mendigo,
un último poema clavado, ya no entiende acertijos, pensando en qué será de todo,
ya no me autocastigo por estar lleno de bondad, qué diablos,
ahora me autoproclamo campeón en saber a una persona tratar.

Debería de haber abusado antes de otro tipo de cosas para meterme en otras,
buscar, buscar, sin quererlo, ni beberlo, beber ansiedad eso bebí más que nadie.
Debería de haber pedido ticket al segundero para no volver a autojoderme de nuevo,
debí de tirar flores antes a cualquier vertedero...

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©2011 Roberto Zarco.
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