Mascarita

Venía aquel vaquero, como retando a duelo
a todo aquel que osara, mirarlo frente a frente.
Las manos a los lados, intrépido y valiente,
sus colt, eran estrellas, brillando bajo el cielo.​

Con flecos a la espalda, de su blanca camisa,
su pantalón al tono, también de flecos largos.
Parecía tan serio, tan serio y sin embargo,
quizás tras el pañuelo, llevara una sonrisa.​

Venía por la calle, temible y desafiante,
su sombrero irradiaba, su bravura infinita.
Quién se hubiera reído de aquella mascarita,
si a tiros se llevaba, el mundo por delante.​

Venía aquel vaquero, de arrogante figura,
con su traje pintado, por cósmica acuarela.
Por fuera tenía el cuerpo, bordado en lentejuela,
pero por dentro el alma… pintada de ternura.​

Marino Fabianesi​

 

Así como intenté pintarlo, era. Una mascarita de aquellos corsos de antaño de mi pueblo, que no hacían daño a nadie, al contrario. Estaban llenos de fantasía volcada en sus vestiduras que preparaban a lo largo del año. Era algo muy sublime y colorido, de un tiempo que ya se ha ido. Pero bueno...yo sigo añorando esas cosas y mi infancia no se aleja de esos recuerdos, al contrario trato de acercarme. Muchas gracias buen amigo, muchas gracias por pasar por estas letras. Un abrazo...marino.

 

Nos dibujas con maestría a ese vaquero de carne y hueso, vas guiándonos entre formas y colores, hasta que lo vivimos, aquí, dentro del alma!
Hermoso, querido amigo!!
Besos,
Chiqui.-

 

Mariano

La pureza de un alma va más allá de sus vestiduras
y la de las letras, más allá de las palabras.

Un afectuoso abrazo

 

Muchas gracias, Chiqui. Tu calidez desborda este rinconcito. Un abrazo...Marino.