Mágica lluvia (Prosa)

​

Cuando yo me muera, esponjosas nubes blancas pintarán el lienzo de este inmenso cielo que hoy nos cobija y algún rayo de sol jugueteará con las hojas reflejándolas de cobre dorado para adornar el día.
Cuando yo me muera, los arboles de la Costanera esperarán mi paso diario y las exclamaciones que de mi garganta arrancaban en las primeras horas de la mañana antes de entrar al ruedo de la ciudad, que por esas horas dormía.
Cuando yo me muera, las piedras desnudas de rio, contornearán con grises matices las quietas y silenciosas aguas del Cosquín, como en cada otoño lo hacen y se entregan al viento que les permite ponerse en contacto conmigo.
Cuando yo me muera, mi nido y refugio entregarán el silencio como compañía y mi perra en la puerta de la casa esperará por mí por algunos días.
Cuando yo me muera mis plantas, comenzarán a extrañar las gotas de agua diaria hasta que poco a poco a nuevos ritos se irán amoldando.
Cuando yo me muera, mi viejo Renault quedará varado esperando el contacto que lo lleve a nuevas aventuras o a la jubilación definitiva.
Cuando yo me muera, entre los acordes de algún viejo blues, se esparcirán mis cenizas en los paisajes de estas fecundas sierras.
Cuando yo me muera y sea ya cenizas, esperare con ansias a la lluvia para que me funda a esta mágica tierra y como nutriente volver a la vida.

20/01/2016
Sonia F