Lo que me atrae de ella.

Viene de la ciudad de la eterna primavera
de donde, dicen, existen mujeres bellas,
pero de todas esas yo solo me quedaría con ella
porque su presencia hace que mi vida sea cada vez más plena.


Una veces, dice que su belleza tengo que reconocer
y, aunque bromeando le digo que no puede ser,
en realidad no puedo negarme a reconocer
toda la frescura y hermosura que brota de su ser.


Otras veces, me dice que ella no es bella
y que en su tierra hay mujeres más hermosas que ella
pero yo digo que lo que dice no vale la pena
porque ¿de que les sirve a esas tener excelsa belleza?
¿Es que acaso no serán conscientes de que todo eso el tiempo se lleva?


Lo importante, no es la hermosura del momento que se pueda poseer
porque eso en poco tiempo tiende a desaparecer
como una flor que muere un poco tiempo después de florecer;
sino que es la riqueza personal que emana del propio ser
que nos cautiva con fuerza y nos mueve profundamente a querer
a tal punto que así por siempre quisiéramos permanecer.


Y esto es precisamente lo que se encuentra en ella,
lo cual provoca que cada día más la quiera
hasta aumentar el ansia de un día en mis brazos tenerla
para, con apasionados besos, manifestarle

el enorme amor que en mi se encuentra.


11 de mayo del 2007
Jonathan Aquije.

 

bello poema muy bien dibujado el sentimiento, grato leerle