La única constante.

En una gota que cae entre la lluvia,

por la raíz y el tallo hasta la hoja,

en esta vida y en todas las otras,

contra el tiempo y la incertidumbre.

Anubis y Sekhmet vagando en el desierto,

fuimos luna y sol bajo un coro de estrellas.

Cada vez nos volvimos a encontrar.

Aunque el universo me hiciera partículas,

y tú te alejarás sobre un riel de luz.

Aunque el cielo mudó su color y nombre,

un hilo quántico de un rojo solar

nos llamaba a volver desde el vacío.

Este ciclo no entiende de muerte,

ni se sostiene en memorias nubosas.

Somos la luz y la sombra del mismo fuego,

la tinta y la hoja del mismo poema.​