La Promesa de la arista

No solo es belleza, la esbelta figura,

es un desafío, una voz en el viento,

en cada flanco; la roca que perdura,

llama al que busca vencer el tormento.
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De la aldea Pangboche, se alza el perfil,

una aguja de fe que corta las nubes,

y el alpinista mira, con temple febril,

sabe que al tocarte, con alma lo subes.
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El hielo es cristal, la pared es vertical,

la arista suroeste, un reto implacable,

cada paso es mantra, cada clavo es vital,

luchando en la zona del aire inestable.
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El glaciar colgante, Dablam el temido,

aguarda en silencio, amenaza latente,

rezas a la madre, dulce Ama, un gemido

para que guíe al cuerpo y a la mente.
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Se deja la tierra, se abraza la altura,

se enfrenta al vacío, el cuerpo y su sombra,

no hay mayor premio que la gran hermosura

de sentir la cumbre y ver, que asombra.
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Y al bajar, el alma trae el eco de un vuelo,

el corazón guarda la fuerza y la calma;

Ama Dablam, de roca y de cielo,
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la montaña que forja y enamora el alma.