La agonía de un can.

Se eterniza el dolor
en un instante,
la eutanasia instintiva
se hace obligación,
todos pasan
y alguien muere
en un microedén;
la falta de pábulo
le adhiere las entrañas
a la columna.

Un eco lastimero llega a los oídos
de un dios paupérrimo,
sonidos desgarran el caos
de un día monstruoso.

Se extingue una existencia
en el exilio de una conciencia enferma.

Vísceras tumefactas
a punto de estallar
en un espacio hermético.


El éter escucha los aullidos nauseabundos.
¡He ahí, el quejido de un can moribundo!





​

 

Cruda imagen, aunque demasiadas veces real en un mundo donde ni siquiera otorgan el pábulo necesario a las personas, contra menos a los animales.

Un placer, señor Darwinsin.

Se le saluda.

 

Bella creación, hermoso trabajo.

 

qué dura es la realidad
y a veces que insensible
es la humanidad,
gracias por compartirnos
Denn

 

El problema del poema es su literalidad, me gusta más aquello que no descifra directamente de lo que trata. En el tercer verso ya se entiende que el tema es el dolor animal y la eutanasia.

 

Gracias Evano por la visita, tienes razón a veces hasta la masa siente hambre y también los animales, saludos, que pases bien y chispas estelares a tu pluma---

 

Gracias Jorge por la visita, saludos, que pases bien y chispas estelares a tu pluma---

 

Gracias Mariapaz por la visita, es un placer poder disfrutar de tu presencia y de tu sustancioso comentario. Saludos, que pases bien y chispas estelares a tu pluma---

 

Gracias Denn, es un placer tenerte nuevamente en este espacio, saludos amiga, que pases bien y chispas estelares a tu pluma---

 

Gracias por la visita, saludos, que pases bien y chispas estelares a tu pluma---