Imagino tus zapatos

Imagino tus zapatos, eran de una pulcritud tan corriente.
Salto en tus labios, en tus orejas, en tus ojos, en esas cejas de Extremadura poblades.
Es entonces que saboreo una pizca del néctar de los dioses.
Una beldad sin precedentes.
Y siento que renazco,
que Dios en una gracia divina me devuelve a la vida,
con ese suspirar desde tu boca a mi nariz.
Con ese resurgir de vientos huracanados,
que transcurren de mi orbita hacia tus ojos.
Por mas que no sea eterno,
por mas que después de algunos segundos,
mi cuerpo taciturno no puede llevar la avalancha de la emoción,
y te suelte la mano con dulces y educados ademanes,
como dándome cuenta – ¡un de pronto! – que mis pasadores no estaban alineados,
que mis pasadores no estaban sujetados.
Entonces, todo vuelve a ser “normal”.
Volvemos a ser, dos cuerpos decadentes de fugaces sonrisas,
con las historias más largas del mundo,
con tanta palabra y tan poco aliento,
que necesitamos un vaso de agua, de tanto hablar.
Ocultando una mentira.
Ocultando una verdad.

 

muy bien amigo, es bueno tu trabajo, saludos