Hoces de Plata.

Tiempo gris, oscuras pupilas
sótanos de hiel en las praderas
que amargo el tiempo de sidras
en tu retrato amarillento.

Te veo impertérrito y tripartito
lleno de mies, e impausibles esperanzas
dile al sereno de la noche que como un hada
deje volar el olor a selva por el mundo.

Corazón en tinieblas,
expetro de llanto en el pecho
que ínclitos besos de tierras
ajenas besan el vótice de tus
hoces de plata.

Te espero como un tentempié
en la mañana, absorto en el gozne
de la puerta infernal de la zozobra.

Qué secuelas de espejos oscuros
y ciegas cicatrices, la madeja de
un año bisiesto en pos del alba.

Suspira el baho ajeno de la desdicha
y clama el grito póstumo de la alabanza.
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