Esa tristeza

Se oculta en medio de ademanes permitidos por la sociedad para considerarse parte de la misma, en triste y recurrente muerte espiritual dejando de lado el sentido de estar vivo, cabizbajo o inerte de ser caminando sin un rumbo. Las calles marchitas desde hace tiempo se encuentran arrancadas de su realidad, todo se percibe con un aire estereotipado en donde todos se parecen, la individualidad se ha colocado en indiferente estante esperando a ser alcanzado por manos llenas de cicatrices ¿Es esto acaso lo que se tiene que sufrir? Su miseria se refleja por ojos acrisolados emanando la esencia misma de lo infinito, de lo que han no ha sido inventado. Se levanta todos los días con los primeros lampos, entusiasta o moribundo, erguido o derrumbado, camina varias veces alrededor de su propia consciencia aun no formada, saliendo del enajenamiento anterior. Todos los días la imagen deformada que le muestran sus ojos se ha llenado de nuevas cicatrices tan ajena a sí, como un dibujo extraño que alguien de le dio para que lo llevase pegado al cuerpo, desconcertado por que ha su vida se le ha añadido algo más de tiempo sin saber porque, un nuevo ser se dirige entre laberintos hasta los recónditos lugares del alma o los lugares ya conocidos repetidos tantas veces en sus caminatas furtivas por la ciudad.