Erase una vez...

Niños sentaros sobre la hierba haciendo un circulo, así está bien. Hoy, como veis hace un día magnífico por eso daremos la clase en el jardín. Bien, sobre que queréis que hablemos. Venga, decir algo. María, tú, ¿qué prefieres? ¿Y tú, Roberto? ¡Que callados estáis, y yo que quería animaros saliendo al jardín!. Mirar que tenemos allí, que preciosidad. No, no la toquéis, son muy delicadas. Dejad que la coja, es preciosa, fijaos en sus alas tan largas y esbeltas. Decidme, sabe alguien como se llaman estas criaturas. Tú, Ismael. Sí, se llaman libélulas y también caballitos del diablo pero tienen otro nombre más antiguo, ¿adivináis cuál?. Son........... ¡dragones!.

Os reís pero es verdad, están emparentadas con los antiguos dragones y si queréis os puedo contar una antigua leyenda que oí de labios de mi bisabuela hace muchos años sobre como los dragones se convirtieron en libélulas y en caballitos de mar pues debéis saber que éstos también fueron dragones en su tiempo. Todo comienza.....

.... hace muchos, muchos años, los Dioses inmortales gobernaban la tierra como seres celestiales investidos de poderes inimaginables. El Padre de Todos, como lo llamaban los antiguos atlantes, les había concedido este mundo para que lo habitaran y lo gobernaran con sabiduría y bondad. Les dio libertad para hacer su voluntad sobre todas las cosas y les concedió el Don de poder crear otras criaturas. Debéis saber que en aquella época había miles y miles de Dioses repartidos por el mundo, todos diferentes, todos únicos en su forma y en sus habilidades, como los hombres tenían sus cualidades y también sus defectos. Con esto, os quiero decir que no eran perfectos ni mucho menos pero ellos en su arrogancia si lo creían y hacían y deshacían a su antojo sin importarles las consecuencias de sus actos. Entre aquellos Dioses destacaban por sus poderes algunos pocos que eran temidos y respetados por sus hermanos. Estaban Zeus señor del cielo y el rayo, Poseidón señor de los océanos y de las tormentas, Hades señor de la tierra y el submundo, Gaia señora de los bosques y las bestias y por último, pero no menos importante, Draco señor del tiempo y el espacio. No perderé tiempo hablando de sus distintas habilidades y poderes, sólo os digo que eran lo suficientemente poderosos como para destruir nuestro mundo con un parpadeo, sí, así era. Ningún otro Dios les podía hacer sombra, de ahí que se repartieron el mundo entre los cinco y tomaron como vasallos a los Dioses menores para que les sirvieran y obedecieran sus ordenes. Algunos de los Dioses no estuvieron de acuerdo y de ahí vino la primera guerra de los Dioses, se la llamó la Guerra de la Perdición pues muchos Dioses menores perecieron en ella. La rebelión fue sofocada y los Grandes como se hicieron llamar pudieron gobernar sin oposición durante milenios, mediante una tregua tacita entre ellos. Pero nada dura eternamente sobretodo si hablamos de inmortales, las rencillas internas entre los Grandes crecieron, los recelos, las envidias y el ansia de poder los dominó provocando la segunda guerra entre los inmortales. Esta vez, se enfrentaron Zeus, Poseidón, Hades y Gaia en una cruenta guerra que se dice duro mil años. Los Dioses que habían aprendido de la primera guerra decidieron guerrear entre ellos a través de sus criaturas y estas morían a millones para mayor gloria de aquellos que consideraban sus padres creadores. Mientras, Draco, uno de los Grandes, se retiró del mundo, se cuenta que horrorizado por las consecuencias de la primera guerra, desistió de entablar combate con sus hermanos y desapareció de la faz de la tierra. Nadie supo a donde fue pero volvió con el Padre de Todos, éste puso fin a la contienda y castigó a sus hijos con el destierro de este mundo. Creó a los Gigantes guardianes que reformaron la tierra y protegieron nuestro mundo y a sus criaturas durante incontables milenios. A esta era se la llama la Era de la Luz, pues fue una época de prosperidad y paz, en ella surgieron los antiguos y poderosos dragones. Se dice que el Padre de todos concedió a su hijo Draco un regalo sin igual, le regaló la primera flor Sangre de Dragón. Debéis saber niños que es mentira que los dragones nacieran de huevos como los pájaros, nada más lejos de la realidad. La realidad es que nacían de flores, sí, flores. Las famosas flores llamadas Sangre de Dragón eran flores pequeñas, delicadas, frágiles, hechas de cristal rojo translucido, con forma de tulipán. Los Dragones nacían de sus capullos carmesí, una vez cada 200 años. Se cuenta que era un espectáculo maravilloso ver florecer esas flores al amanecer del día, ver como los diminutos dragones, abrían sus ardientes ojos y extendían su frágiles alas para su primer vuelo. Pues debéis saber que el joven Dios, mimaba a sus hijos y en esta era los jardines de Sangre de Dragón se extendían incontables y repartidos por todo el mundo. Los dragones dominaban el cielo y el mar, majestuosos, imponentes y sabios, pues estas criaturas vivían miles de años y eran inteligentes. En tierra convivían con los gigantes guardianes en armonía, pues a diferencia de otros seres los dragones no estaban interesados en otras criaturas, eran egoístas y egocéntricos y consideraban a las demás criaturas inferiores a ellos por lo que no les prestaban atención. Pero también esta era tuvo su fin, el Padre de Todos perdono a los Dioses díscolos y estos regresaron a este mundo. Estos se mostraron amables, humildes y avergonzados, alabaron a su hermano Draco y se hicieron amigos de él, pero la hiel se escondía tras sus sonrisas, la envidia, el rencor y el odio les unió en un pacto de venganza contra su hermano menor. Así, pasaron milenios en armonía y paz, Draco ciego ante la verdad, confiado, acogió a sus hermanos y les mostró muchos de sus secretos. Hasta el fatal día en que los Grandes decidieron ejecutar su venganza, se cuenta que engañaron a su hermano para beber vino de una copa de oro. No, no estaba envenenada pero si encantada, aquel que bebía de ella quedaba prendado del primer ser que se le mostraba. Así, los Dioses mientras bebía le mostraron en el reflejo de una fuente la imagen de una joven doncella muy bella y lozana que trabajaba recogiendo la cosecha en los campos. Draco se enamoró perdidamente de aquella humana y decidió hacerla suya, bajo al mundo, se presentó ante ella y la cortejó convirtiéndola en su esposa. Pero esto solo fue el principio de la venganza, pues el Dios tuvo que padecer como su amor iba envejeciendo hasta que finalmente murió. El Padre de Todos no les había dado el Don de conceder la inmortalidad. Fue tal el dolor que sufrió que quiso acompañar a su amada en el olvido y se dio muerte así mismo, otra versión dice que desapareció sin dejar rastro de la faz del mundo. Tras esto los Dioses volvieron con sus rencillas pero ahí estaban los gigantes que guardaban el mundo de sus desmanes. Los Dioses no pudiendo sufrir por mas tiempo que los gigantes limitaran su dominio sobre este mundo les declararon la guerra. Y así empezó la Era de la Desolación, la guerra fue encarnizada, sin contemplaciones, ni piedad por ninguna de las partes, estaban tan igualadas que buscaron aliados y así los antiguos dragones tomaron partido, fueron seducidos por los Dioses con promesas que sólo sus huesos blanquecinos pueden responder. Los Dioses utilizaron a los dragones contra los gigantes y estos murieron a miles, a miles. Otros dicen que los Dioses les lanzaron un poderoso hechizo que les dominó. Finalmente, los gigantes fueron vencidos y estos pidieron cuartel a sus enemigos, los Dioses no conformes con su victoria decretaron el exterminio total de aquellas criaturas que habían osado oponerse a ellos. Los dragones fueron los verdugos, hombres, mujeres y niños, ni un solo gigante sobrevivió al genocidio. Después de eso los Grandes volvieron a dominar la tierra y los dragones volvieron a sus vidas retiradas. Pero durante la guerra muchos dragones habían muerto y los maravillosos jardines de Sangre de dragón fueron destruidos quedando unos pocos muy dispersos. El problema es que esas flores solo aumentaban en numero gracias a los cuidados del Dios desaparecido Draco, y aunque los demás Dioses lo intentaron no consiguieron que las flores volvieran a crecer en numero. Y como en una maldición las nuevas generaciones de dragones eran cada vez menos numerosas, más débiles y mas pequeñas. Aparecieron taras y defectos cada vez más frecuentes en los pequeños dragones, las flores de Sangre de Dragón empezaron a marchitarse y a desaparecer. Con el pasar de los años su número disminuía, los dragones ya no eran ni la sombra de lo que fueran en la antigüedad y al fin, estos se dirigieron a los Dioses pues temían que su raza se extinguiera porque cada vez quedaban menos flores de Sangre de Dragón. Los Dioses atendieron su ruego en base a los servicios que les habían prestado en su guerra contra los gigantes, así que les concedieron poder tener descendencia sin recurrir a las flores de Sangre de Dragón, pero eso no detuvo la degeneración de su raza. Cada vez, los dragones eran más y más pequeños y más y más débiles y también más estúpidos, se estaban convirtiendo en animales y esto más que otra cosa los lleno de temor y así los últimos de entre ellos se dispersaron por el mundo. Unos fueron al fondo del mar de ellos surgieron los caballitos de mar, otros permanecieron cerca de los antiguos jardines de flores de Sangre de Dragón de ellos surgieron las libélulas, como ésta que sujeto y otros desaparecieron del mundo sin dejar rastro con los últimos ejemplares de flor de Sangre de Dragón...... Quien sabe, a lo mejor vuelven algún día.

Bueno, chicos, ya es tarde, volvamos a entrar, venga a dentro, otro día os contaré como las hadas vencieron a los trasgos para salvar la primavera......