Epílogo de un poeta mudo

Se cae la ceniza, sobre el viejo libro, marrón claro ya por los efectos de la edad.
Afuera hay gritos de niños ebrios,
también un sol, creo, marchito, sin claridad.

La ventana golpea el muro de los espejos,
y el cruel reflejo disimula un guiño de tu foto.
¡Cuántos poetas mudos intentan describir lo eterno,
hipócritas, egoístas, cobardes, refugiándose en falsos lamentos!

Blake me mintió, no llegué a los palacios de la sabiduría,
solo dejé neuronas en los escombros de la noche.
Epílogo raro del universo encontré en las alegorías,
y putrefactos gusanos en el alma, como broche.

Decrecen los colores sobre el tímido aliento.
¿Quién te mintió que podes vestir de flor a las palabras?,
si los perros también ladran sobre el ángel muerto,
y no es un mártir por eso, es uno mas en las mañanas.

Ahora muerde lo que quede del polvo,
que crucificaron mariposas afuera de casa,
y a los fantasmas del viejo libro los bebí de a sorbos,
por no perdonar al Dios, que me negó en la cara.

Bajé al infierno para encadenar mi musa,
no sin antes aguantar los reproches de Satanás,
la ironía desató en mi risas,
ahora un pobre diablo me dirige, también me quiere criticar.