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El sándwich

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Maroc, 9 de Junio de 2025 a las 2:50 PM. Respuestas: 0 | Visitas: 62

  1. Maroc

    Maroc Alberto

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    Saboreo el sonido del tintineo metálico mientras meto en mi mochila catorce cintas exprés donde ya espera la cuerda, saco el sándwich aplastado que olvidé comer en la salida anterior y lo reemplazo por mis gatos y mi arnés que deja escapar la primera bocanada de polvo del día. Cierro bien mi mochila y soplo en las puntas de los dedos doloridos; me he quedado casi sin piel tras numerosos pegues. "La próxima vez será" me digo mientras me echo la mochila a la espalda... "la próxima vez la encadeno".

    La mochila parece más ligera a la ida, igual que mis pies y la cabeza; creo. Los pensamientos sobre esto y aquello han sido sustituidos por movimientos y gestos. Una cálida sensación de seguridad me recuerda quien soy, mi cuerpo está cansado y entumecimiento, el mundo es ingrávido y todo es posible... "la próxima vez".

    Voy pensando que no necesito escalar hasta el cielo o arrastrar un trineo hasta el fin del mundo para experimentar esta sensación de temblorosa satisfacción; la sensación de la primavera y el comienzo del verano eterno, ni siquiera necesito la euforia de estar enamorada, ¿qué pasa con la escalada?, ¿por qué debería llevar esta actividad una etiqueta que dijera: altamente adictiva?

    Durante muchos años no entrenaba, sólo escalaba, tarde años en darme cuenta de que tenía que entrenar para mejorar. Aprendí como calentar, como colocar mejor los pies en la pared, como utilizar un dedo para sujetarme en un agujero minúsculo en la caliza, como hacer dominadas con una sola mano, lo que era un click, como hacer dinámicos cruzados, que era el arqueo, la extensión, pasé horas, días, meses haciendo campus en regletas de madera desplomadas y pequeñas, aprendí mucho y salí de mi zona de confort. Me decía a mí misma: ¿qué?, ¿voy a tirar de primera y a vista en una vía difícil?, ¿tendré siempre miedo a las caídas, a caerme de primera en un aleje de más de ocho metros?

    Sentía la boca pegajosa, hacía la moto mientras subía anclaje tras anclaje; una vez un spit, otra un friend, otra una chapa con parabolt, otra un clavo viejo que llevaba años metido en aquella fisura, otra un químico o un puente de roca o un fisurero y en ese punto aprendí lo que era caerse de primera una y otra vez... y otra vez, dejaba escapar un grito o un "pilla" pero por dentro me reía abiertamente mientras mis miedos salían por mis oídos como el humo de la pipa de la paz, es liberador.

    Entonces decidí cual era mi próximo objetivo como escaladora, era escalar un 7b y mas aún hacer un 7b antes que Frankie. En un fresco día de otoño después de mucho entrenamiento, pegues y fracasos lo encadené en Margalef. Lo conté y pensé que lo había conseguido pero Frankie lo decotó cuando estudió la vía y el grado, la probó y la encontró demasiado fácil; nada de 7b... punto. Para tenerme a su merced recurrió al truco más sucio; me convenció para quedarme embarazada ¡Dos veces!

    Encadenó muchas vías mientras me quedaba ronca animandole en sus pegues cuando me di cuenta de que no iba a ser mejor que Frankie ni que cualquier otro u otra y desde entonces mi objetivo ha sido ser mejor que yo misma.

    Con dos hijos mi vida orbitaba entorno al hogar; realizar tareas rutinarias y odiar mis maravillosos días laborables entre noches sin dormir. Durante tres meses me apunté a clases de bloque, no es que fuera nada demasiado interesante pero me motivaba tener cuarenta años y sentirme más fuerte que nunca. Fue entonces cuando me di cuenta de que la fuente de gran parte de mi motivación se encontraba en progresar y de que, a pesar de que llevaba veinte años escalando, apenas estaba empezando.

    El día de mi cumpleaños recibí el mejor regalo; una semana de entrenamiento personal con Tino. Mis puntos débiles afloraron con facilidad y todo lo que tenía que hacer era ponerme delante del plaflón y hacer lo que me enseñaba, me centré en eso, en eso y en ser menos parlanchina cuando escalaba. Tino me dio un plan de entrenamiento que, en su mayor parte, me las arreglé para seguir durante doce semanas. Era comodísimo saber lo que tenía que hacer en cada sesión de entrenamiento, no le dedicaba más horas que antes pero los resultados eran mejores.

    Desde entonces la vida me ha llevado de acá para allá, como a todos.

    Ahora escalo con gente maravillosa que me da una patada en el culo para darme aliento cuando necesito encadenar una vía difícil y vamos a escalar a zonas donde tambien se pueda nadar y disfrutar de la naturaleza en un lugar solitario. Espero que esta vez no se me olvide comerme el sándwich.

     
    #1
    Última modificación: 11 de Junio de 2025 a las 9:29 AM

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