El paquete de galletas (Fábula)

El paquete de galletas
(Refrán: Las apariencias engañan)

Fábula

¡Dios mío, cuántas veces trocamos, por error,
un gesto de alegría por otro de dolor;
un compromiso amable y lleno de amistad,
por otro que parece ser de infidelidad!
Un beso en despedida hay quien lo ha interpretado
un ósculo amoroso muy bien disimilado.
Y porque muchas veces sufrimos la experiencia...
pretendo demostrar que «engaña la apariencia».
Y al hilo de esta idea, recuerdo cierta historia
que ha tiempo me contaron y tengo en mi memoria.
La misma se sitúa en el salón de espera
de un triste aeropuerto un cierto día cualquiera.
Un aeropuerto es lugar de aburrimiento
porque se va de paso. Las horas son tormento
Donde los pasajeros se entrecruzan constantes
presurosos e inquietos, paisanos, emigrantes…
Cierta joven miraba los diversos letreros
que indicaban las puertas para los pasajeros.
Mientras tanto esperaba, se llenó de paciencia.
Se compró una revista para aquella emergencia
de esperar el embarque, y unas dulces galletas
para hacer soportables tantas horas inquietas.
se buscó un buen asiento, frente al panel de espera
se sentó muy tranquila esperando que diera
la azafata de turno su educada monserga
de la ansiada partida en políglota jerga.
Y abriendo la revista se dispuso a esperar,
la llamada al embarque con paciencia ejemplar.

Mas de pronto apreció que, a su lado, se sienta
un joven elegante, de apenas unos treinta,
que toma con su mano, del paquete que tiene
junto a ella en el banco (como quien se entretiene)
una rica galleta (y lo lleva a su boca)
Ella tal actitud le parece bien loca.
Ella toma, pues, otra para hacerle entender,
al grandísimo osado, que aunque puede comer
que, de aquellas galletas, ella era su dueña
y, por ser educada, no le daba más leña.

Sin embargo aquel joven prosiguió complacido.
Ella fue descarada, él siguió decidido
y a la par que lo hacía, su elegancia era el modo
¡pues las iba comiendo como el dueño de todo!
Solamente quedaba una sola galleta
y el joven la partió. Y encontrándola inquieta,
fue y le dio la mitad. Pensó ella: “¡Grotesco!
Se ha venido a comer mi paquete ¡qué fresco!»

Y sentada, por fin, junto a la ventanilla
del avión deseado para hacer su viaje
se entretuvo en guardar la vulgar calderilla
en el bolso de mano, de su leve equipaje.
Se quedó… ¡boquiabierta! al ver dentro… ¡el paquete
que compró de galletas! ¿Cómo pudo comerse,
y, además, con enfado, de aquel caballerete,
sus doradas galletas sin querer ofenderse?
¡Con lo mal que pensó de un joven tan atento!
Pues resulta, señor, que la vista te engaña
si es que tú piensas mal... y olvidamos el cuento:
que las más de las veces... ¡lo que ves se te ensaña!

Moraleja

¡Muchas veces creemos que un dormido está muerto!
porque nos “parecía” que lo “visto” era cierto.
Nuestra mente traiciona si tenemos tendencia
a pensar mal de otros, porque exista apariencia,
sin dar paso a la lógica de que existen camelos,
siendo siempre más noble: ¡el Amor, que los Celos!



Málaga, Septiembre 2.008

 

Muy buena fábula F. Caballero, y cierta, no todo lo que se ve, es real, nuestra mente ve lo que quiere ver y no por ello tiene que ser cierto. te felicito por tu gran obra realizada en alejandrinos con versos apareados, te dejo reputación bien merecida.
Un abrazo

 

Esa historia ya la conocía y me pareció interesantísima, pero ahora tú, al haberla vuelto rimada aun queda muchísimo mejor.
Te felicito por el arte que tienes para contar historias con rima.
Un saludo cordial.

 

A Ricardo Linares: Su apreciación me ha satisfecho porque veo que ha respondido mi trabajo a la intención que yo quería introducir y es que, muchas veces interpretamos "no lo que vemos u oímos" sino lo que "prejuzgamos lo que vamos a ver u oir". Muy agradecido por sus elogios. Un fuerte abrazo. F. CABALLERO

 

A Eratalia: Este cuento me fue comentado por alguien que había recibido el correo de un amigo por internet aportándole un cuento sobre el "Paquete de galletas" con el "fiasco" de su final. Si cabe alguna originalidad en el cuento que has leído es que he querido introducirle algo que he observado que es frecuente: muchas veces nos anticipamos a juzgar lo que oímos y vemos, porque tenemos ya definido un criterio de lo que vamos a oir o ver, es decir, que "casi" ni vemos ni oímos la realidad, sino que nos apoyamos casi con certeza absoluta en el juicio o criterio que tenemos "afianzado". Mil gracias por tus alabanzas y por tu paso por mis trabajos. Mi saludo más sincero. F. CABALLERO SÁNCHEZ

 

Me encanta su estilo Sr. Caballero, siempre su poesía es lúdica y enseña. En este caso, coincido en que es engañoso anticipar un juicio dejándonos llevar simplemente por lo que parece. Creo que siempre debemos estar abiertos a la exploración de la verdad de una manera más profunda.

Un cordial saludo.

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