El lugar que ocupas, el último de la fila

El lugar que ocupas, es el que con tanto sacrificio te has formado, sigues haciendo sacrificio pero no conoces otra forma de ver la vida, ya no por tu pasado, porque ya se fue, solo sigues así, no conoces otra forma de vida,

el único inconveniente es que lo haces con gusto aunque luego no te queda nada de energía, al final disfrutas, te ocupas de los demás y te desocupas de ti mismo,

debías de evitar el consumo excesivo de energía porque para cuando quieras disfrutar ya no te quedan fuerzas, sino de estar echado mirando sin mirar, en estado catatónico,

deseando que ese estado no acabe para no moverte y disfrutar de estar sin hacer nada pero a la vez dolorido, ya que cargas peso cuando no debes, pero no concibes la vida de otra manera,

te han inculcado que si no lo haces así, eres un egoísta y aunque entiendas que eso no es cierto, estás programado para creer que es cierto y te entra la culpa,

el creer que no te sacrificas lo suficiente, el pensar que haces mucha falta, que mejor que tú no lo hace nadie,

y al final, el poco tiempo que te queda, como no desprograme la mente, seguirás agotado, desfallecido, sin fuerzas y los pensamientos dando vuelta en una espiral sin fin,

que si estabas agotado, los pensamientos terminan por dejar caos en un sinvivir, así es la vida cuando no vives para ti, sino para el resto del mundo y el mundo se ríe de tu estupidez, porque no existe forma más estúpida que querer hacer más de lo que puedes y aún así, darte palizas hasta casi desfallecer,

lo entiendes, lo percibes, lo ves pero has sido programado para contribuir al mundo de los demás, a mejorar a los demás mientras tú pides oxígeno con grito reprimido