El día y la noche

La noche en calma, estrellas en el cielo,
el susurro del aire en el cristal.
El maullido de alguna gata en celo
rompe el silencio. Abro el ventanal,
dejo vagar mi mente en el desvelo;
me recojo, en sentido espiritual.
Horas silentes de la madrugada
en las que me contemplo derrotada.


Despunta el alba, tímida y renuente,
dando paso a la luz y a la esperanza;
la vida sale al paso de la gente
que emprende la jornada con confianza.
Me aferro con consciencia a mi presente
obviando lo que esté en la lontananza.
¡Horas alegres, sol de mediodía,
barred al punto mi melancolía!

​

 

Son preciosas, es el otro estilo con el que a veces nos obsequias, más tristón. Las octavas preciosas.

 

Gracias. Tus comentarios son un consuelo.
Un saludo cordial.

 

Hermosas coplas de arte mayor o de Juan de Mena? u octavas con pareado final? no estoy seguro de su denominación, pero ciertamente hermosas, me despistan los pareados finales.
saludos

 

Hola, Pepe.
Son octavas reales. Seis endecasílabos de rima alternada y un pareado final.
Gracias por fijarte en ellas.
Un abrazo.

 

Hola, Pepe.
Son octavas reales. Seis endecasílabos de rima alternada y un pareado final.
Gracias por fijarte en ellas.
Un abrazo.
Claro me ha despistado el asunto de separar los pareados como si fuera otra estrofa de dos versos solos y pareados.
Yo la octava real siempre consideré que era una estrofa de ocho versos endecasílabos con rima consonante primero con tercero y quinto segundo con cuarto y sexto y el séptimo con el octavo es decir perfectamente tu rima pero con la disposición de todos los versos seguidos, sin espacio y ese espacio es que me volvía loco, jejeje, torpe que soy
abrazos
Pepe

 

Ninguna torpeza, no sé por qué me ha dado la tontuna de separarlos, para hacer "bonito", pero tienes razón, al César lo que es suyo.
Saludos.

 

el contraste entre la melancolía nocturna y la renovación que trae el alba
La noche, con su quietud
¡Horas alegres, sol de mediodía, barred al punto mi melancolía!
Un saludote de un buho

 

Pues lo recibe una alondra y lo devuelve (el saludote, digo).