El amor de los enamorados

EL AMOR DE LOS ENAMORADOS​

El amor de los enamorados jóvenes me parece tan romántico, cuando jugando con los dedos se rozaban las manos, besando la frente se soñaba la indecente figura desnuda de la figurada señorita bonita que era la novia, la enamorada ¿de verdad como pasa el tiempo y se extiende el amor como chicle agridulce? Convertir lo agradable en lo desagradable, la situación tan esperada en la monotonía desesperada. Que bonito era el amor de los jóvenes enamorados que figurados ya se veían casados, extasiados del amor de los jóvenes enamorados, pero el tiempo no retiene el amor y lo deja en el pasado, convirtiéndolo en pedazos de cartas olvidadas, de las sombras bajo el poste de la esquina, abrazadas. Qué bonito era la primera vez de encontrarse con el amor de antes y verse en el pasado como en este inclemente presente y casi demente, contra reloj, que de las deudas, que de la escuela, que del trabajo, pues yo quisiera volver al amor de los enamorados jóvenes, cuando preocupado me preocupaba que no me suden las manos cuando tomaba su mano, casi temblando, desesperado, esperando la hora de encontrarnos en el barrio de aquella ciudad vieja, afuera de su casa arrendada y aún más vieja, en la vieja y maravillosa Cuenca y todas las calles eran solamente calles simuladas que vestían de nuestro amor de enamorados jóvenes aun sin preocupaciones ni meditaciones de las contradicciones del vivir. Pero que se puede hacer, si ni siquiera puedo quemar el cielo para volver al tiempo de ese existir nostálgico del pasado, el de los jóvenes enamorados y sentenciados a morir enamorados ya tal vez no del amor sino de la vorágine, ¡así me lo imagine!, de verdad tal como lo escribo ahora cuando aun púber vivía con usted esas horas mi querida señora esposa mía, que es mi compañera, mi nostalgia y mi melancolía.