Diario de urgencias

Diario de urgencias.

La tarde iniciaba sin lujo
el calor del verano, era nauseabundo
e insertada en mis ojos
la puerta de urgencias como dibujo.

La disputa entre mi conciencia;
del trabajo a la vocación
eran muchos años
encerrado respirando vapor.

Mi espíritu creía
pues seguía enamorado
pero mi cuerpo cansado
solo quería un nuevo amanecer.

La guardia iniciaba
solo a un minuto estaba
y mi despacho vacio
guardaba silencio para cantar.


finalmente, eran las siete
numero de gran suerte
pero de poco mirar
pues era el inicio del pensar.


Pensar en todas las cosas
y tener la decisión correcta;
porque una sola duda
rompía todas las piezas.

Piezas del rompecabezas de escuchar;
con palabras y tacto; opinar
sobre el cambiante ser humano
que me mira sin descanso.

Decidir sobre vidas
que tenían poco en verdad
solo vacios insaciables
que deseaban llenar.

Sin embargo era agradable ver
seres sin nada que perder
que te entregaban la verdad
de sus almas desnudas nada más.

Solo escuchando curaba,
solo mirando me entregaba,
solo y solo siendo;
lo que venían buscando en asedio.

Las horas pasaban
y más gente me hablaba
el cansancio era serio
y ya afectaba mi cuerpo.

pero hacia la nueva mañana entendí
que no podría vivir
sin escuchar al anciano
o al niño llorando;
y la sonrisa encontró en mi cara ;
lo que andaba buscando,
respuestas a mis quejas
mientras mi vocación callaba.

El ser humano siempre es de admirar
Ya que en la enfermedad
Busca ayuda en un desconocido
Y le ofrece su alma.

Un agradecimiento a los pacientes que me hacen soñar con ser mejor cada día.

ANDRES FELIPE GUTIERREZ CORTES M.D.

 

Dr. Gutierrez,
Me identifico totalmente con su escrito, ya que yo también trabajo en una sala de urgencias. El don de ser médico no todos los médicos lo tienen, desafortunadamente, pero los que se dan cuentan que lo tienen y reconocen que una vida está siempre en sus manos, cada día crecen más. En urgencias la vida y la muerte son separadas por una cortina. Felicidades.