Diálogo acerca de Cervantes

–¿Y con quién garlabas antes?
–Con Cervantes.
–¿De qué? ¡Cuéntamelo presto!
–De esto.
–¿De qué más? ¡Que me aquillotro!
–Y lo otro.
–¡Qué envidia! Yo en mi albo potro
de sol a sol cabalgando
y tú mientras tanto hablando
con Cervantes de esto y lo otro.

¿Y cómo era su ceño?
–Aguileño.
–¿Su ojo, porque me le integre?
–Alegre.
–¿Su nariz, si no te estorba?
–Corva.
–¡Oh, por mi mula cascorva!
Semblante, ojo y nariz eran,
según tus pupilas vieran,
aguileño, alegre, corva.​

En la sazón, ¿qué hacía?
–Escribía.
–Dime qué vestía: ¿gro?
–No.
–¡Por Dios de saberlo he!
–Sé el qué,
pero no más te diré
que cuando le conocí
y en su presencia me vi
escribía no sé el qué.​

–¡Mal, sucio pozo tu alma haya!
–Vaya…
–¿Nada pudiste entender?
–Donde quier
mirara, ninguna prea
que sea
logré y sí golpe en la cea.
–¡Bah! ¡Necedades bastantes
me has dicho, y ese Cervantes
vaya donde quier que sea!​

–Aunque, evocando su mano,
Quijano,
si bien suena muy soez,
o tal vez,
en una grande bobada,
Quesada
decía con letra holgada.
–¡Genial! Puesto que zozobre,
su nuevo libro habla sobre
Quijano o tal vez Quesada.​

 

Extraordinario el alarde que haces con tus ovillejos, aunque algunos versos podrían, en mi opinión, no dar la métrica correcta. En cualquier caso, es un ejemplo de creatividad muy ostensible.

Un cordial saludo.

JL