Desperdiciando mi talento

Con el paso de los segundos, hemos aprendido que soñar
es algo inevitable, como diría lo mismo de tus ojos
que ahora yacen acaecidos en tus propias cuencas,
cuando yaces lejos de mí y esperas
una llamada mía, para tú no andar a tientas,
recorriendo sin voz a tus llamadas a la ausencia.

Desde el tráfico más nauseabundo, ese que recorre tu pecho,
mientras yo recorro mi frente, pensando en que he hecho
todos estos años,
desperdiciando mi talento, no pensando y sí pensando
para no acabar en antaño.

Creo que se me oye allí donde la luna apunta con su mirada
más insinuante, cuando el regazo de los “te quiero”
recorre a los más hirientes,
dime que sientes,
no me mientas,
no me engañes, si para mí fuiste algo más que carne.

Las luces intermitentes ya no lucen en las farolas de estas aceras,
ya no interfieren en tu mirada
porque seguramente hayan visto recorrer a los relámpagos de tu voz
para seguir peregrinando los soles de tus madrugadas.

©Roberto Zarco.
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