Del que nada espera

DEL QUE NADA ESPERA

Dejos que emancipa el aire.

Algún azafrán corrompe la mañana,
el veloz trajinar de sus eriales.

Se asume la rectitud,
la perplejidad de la espada.

Un bronce exiguo señala perforaciones
en el borde ruin de los senderos.

Pertrechos, plumas, sábanas
tiñen el aire de un malva irreverente,
suave caricia de humo.

Antagonismos de vidrios revientan el pecho
del que nada espera.

 

Bellísimo poema con notas de color que recuerdan tanto el amanecer como el ocaso y un ruido de fondo entre el conflicto social latente y la veneración de la vida campesina.

 

Gracias amigo por permitirte comentar este poema.
Un placer. Abrazos.

 

Cuando perdemos la fe (porque todos hemos caminado por esa senda) se siente que nacen vidrios afilados desde el plexo solar y tras nuestros ojos.

Buenas líneas Jairo.

Gracias mil por compartirlas.

Un abrazo.

 

Todo un honor César, gracias por estar allí.
Abrazos y éxitos en tu trabajo.